jueves, 2 de octubre de 2008

Una estación del AVE donde el AVE no para


El Prat, una ciudad pequeña que saca provecho de la necesidad que tienen el aeropuerto y la zona franca de Barcelona de ampliarse a costa de los terrenos del delta del Llobregat, tiene estación del AVE. Durante más de un año los vecinos han ido viendo el masivo movimiento de tierras en un lugar cuyas características geológicas dificultan la cimentación, han visto cómo la vieja estación desaparecía y surgían dos nuevas estaciones, la de cercanías y la del AVE. Una estación del AVE donde el AVE nunca va a parar. Si no paran todos los cercanías, a pesar del aeropuerto, cómo habría de parar el AVE. Los vecinos han visto como se soterraban las vías en ese terreno difícil, en un lugar excéntrico de la población, que no suponía ninguna urgencia. Y ahora ven cómo se construye otra estación, intermodal la llaman. Todo eso para una población de apenas 60.000 habitantes.

A Valladolid también ha llegado el AVE, pero sin estación nueva, sin soterrar las vías que parten por la mitad a la ciudad, sin eliminar los pasos a nivel siquiera. Eso con un área metropolitana próxima a los 400.000 habitantes.

Ahora se pide una auditoría para supervisar lo que ha ocurrido en El Prat. Como siempre, nadie de primer nivel va a pagar por semejante disparate.

En Valladolid las fuerzas vivas han callado ante tal agravio comparativo. Habían diseñado una gigantesca transformación urbana, con la firma de Richard Rogers como aval, para aprovechar el soterramiento en beneficio propio: esperaban de las macrourbanizaciones previstas no sólo la financiación de la obra sino también llenar los bolsillos de los avispados. El estallido de la burbuja inmobiliaria acabará con ese sueño. No habrá transformación urbana, no habrá soterramiento y las vías del tren como una sucia y gigantesca cicatriz seguirán dividiendo la ciudad por la mitad. Peste de políticos corruptos.

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