La bondad de las aulas de acogida de inmigrantes -Espais de benvinguda educativa -EBE-, en la neolengua que gastan- que proyecta el Departament d'Educació catalán no proviene de la necesidad de cubrir un hueco, de ofrecer una respuesta a una necesidad social, sino de una idea progresista. Así se sostiene en "Una apuesta progresista", el escrito que Jaume Graells, director general de educación básica y bachillerato, publica en El País. El marchamo progresista ofrece a quien lo utiliza un paraguas ante las críticas y una procesión de partidarios que rápidamente se pone en marcha sin discusión.
El documento del departament dice que serán "Espais de suport i assessorament als nouvinguts i a les seves famílies previs a l’escolarització". Y Jaume Graells que "les informará sobre sus derechos y deberes, sobre la oferta educativa en el territorio, cuál es el proyecto y característica de los centros, la red de servicios sociales y las actividades que se desarrollan en el entorno educativo"- Pero todo eso ya lo vienen ofreciendo los distintos centros educativos existentes, por tanto no parece que ese sea el objetivo real de esos espacios.
¿Cuál podría ser entonces el verdadero objetivo? El director general lo explica con claridad meridiana: "garantizarles una primera acogida emocional y psicológica a alumnado y familias, con profesionales altamente cualificados y especializados en este servicio. De procurarles su primer contacto con la lengua y con la realidad social del país. De iniciar procesos de familiarización con nuestra realidad cultural mediante talleres educativos, culturales y deportivos". Más claro agua.
Está claro, se trata de un función ideológica -lo que se esconde tras ese "progresista"-, de una aculturación forzada para integrar a los chicos en la nación catalana. No se espera a que los inmigrantes decidan racionalmente cuando maduren cuáles sean sus opciones sino que se les quiere forzar, utilizando las armas propias -"acogida emocional"- de la adscripción sectaria. La política educativa del Departament es clara, no se quiere formar ciudadanos libres y racionales sino adeptos a la causa.
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