jueves, 5 de junio de 2008

Loor al presidente Montilla

Desde el primer día de su presidencia Montilla está siendo sometido a un riguroso escrutinio. ¿Será españolista? ¿Será un xarnego agraït? ¿Será botifler? Botifler es el peor insulto que Cataluña reserva a sus vecinos. Es el estigma que Pujol y los suyos dedicaron al PSC en los días de Banca Catalana. Desde esas fechas los dirigentes de este angustiado partido no se han repuesto.

Las pocas declaraciones que prodiga el President Montilla tienen tanto que ver con sus dificultades con el idioma como con la necesidad de sopesar sus palabras. Cuando habla muestra lo consciente que es de la presión. Hay ejemplos en los últimos días: su defensa del nuevo Estatut, sea constitucional o no, o de la nueva financiación o su encendida defensa de la inmersión lingüística, en el pleno del Parlament, o su negativa a aplicar la tercera hora de castellano en la escuela catalana.

Varios artículos periodísticos de catalanes de cepa, como alguno de ellos dice de sí mismo, han dado por fin el vist-i-plau a su catalanidad sobrevenida. Josep Antich, Josep Oliver, Joan B. Culla. De todos ellos, la carta de este historiador, Jordi Nadal, es la más significativa, por el tono de suficiencia, por la autoridad desde la que habla, por la asunción de una representación del clan que no otorga las urnas, sino la tierra. Confirma las reservas que suscitaba y le da la carta de naturaleza desde quien tiene pedigrí para ello, eso sí, manteniendo la incuestionable división entre los naturales y los foráneos.

Loor al presidente Montilla

  • En noviembre de 2006, el acceso de José Montilla, de origen cordobés, a la presidencia de la Generalitat de Cataluña fue considerado por una parte de la ciudadanía catalana poco menos que como una afrenta. ¡El territorio con mayor pedigree autonómico regido en la cúspide por un inmigrado! En la actualidad, cuando sólo lleva año y medio de recorrido, la presidencia del señor Montilla empieza a ser vista, incluso entre los más reticentes, como una bendición. A la "chita callando", encerrado en su despacho, sin apenas mostrarse, el gobernante venido de Andalucía, nos ha enseñado a los naturales del principado lo que realmente significa ese "anar per feina" ("ir al grano, sin andarse por las ramas") tan cacareado entre nosotros (por más que a menudo desmentido por los hechos) como rasgo genuinamente autóctono. Por lo demás, las virtudes del nuevo presidente no se limitan a la esfera del día a día, sino que inciden también en el ámbito de la alta política, empezando por el problema, espinoso pero crucial, del desarrollo del Estado autonómico, y muy especialmente del encaje de Cataluña dentro de él. En este sentido, su manera de plantear la exigencia de una financiación justa, ni insolidaria con el resto de España ni lesiva para Cataluña, componedora, no tiene precedentes en nuestro próximo pasado. El artículo, valiente y lúcido, que sobre el tema publicó en este mismo periódico el 10 del presente mes, con la ventaja añadida de tener por autor a una persona que, por razones obvias, nunca podrá ser tildado de antiespañol, está destinado a hacer historia a uno y otro lado del Ebro. Al final, la mayoría de los catalanes de cepa nos congratularemos de haber contado, en uno de los momentos más críticos de la relación catalanoespañola contemporánea, con ese presidente nacido fuera de Cataluña que ha asumido, y de qué manera, nuestras reivindicaciones. Loor al president Josep Montilla.
  • JORDI NADAL OLLER, Catedrático emérito de la Universitat de Barcelona, EL PAÍS - Cartas al Director - 18-05-2008


Sin embargo, ese aparente coraje del President Montilla para defender Cataluña ante Madrid se diluye cuando tiene que enfrentarse a los ineficaces –ese Baltasar del agua de boca- o corruptos –esa Marina Geli de los informes inexistentes pero bien pagados- de su gobierno, pero que son los que le acreditan.

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