Aunque no ha sido un debate que los historiadores hayan enfrentado con valentía, sí se ha especulado, a veces, sobre la personalidad de Lluís Companys, presidente de la Generalitat de Cataluña durante la Segunda República. El periodista Enric Vila, por ejemplo, en La veritat no necessita màrtirs sugirió que no estaba en condiciones psicológicas para gobernar. Ahora, el descubrimiento reciente, en los fondos del Archivo Nacional de Cataluña, de unos apuntes del médico y diputado en el Parlament Joan Solé i Pla, echa luz sobre la cuestión.
Companys fue devuelto a la España franquista por la Gestapo, tras su exilio en Francia después de la guerra, juzgado y sentenciado en una sola jornada en juicio militar sumarísimo y sin garantías y ejecutado por Franco en un foso del Castillo de Montjuic. Como dice Enric Vila, esa ignominiosa muerte no debería “ser suficiente para santificarlo, sobre todo si esto tiene que impedir analizar a fondo su vida y actuación política, que resultaría más ejemplar y aleccionadora para los que aún aman a este país, vista sin las deslumbrantes guirnaldas de la gloria”.
Este podría ser el motivo por el que los historidores no hayan entrado a fondo en el retrato de la figura del president de la Generalitat. A Victor Alexandre, por ejemplo, que hizo la crítica del libro de Enric Vila, no le interesa la verdad: “Queda clar, d'acord amb això, que la revisió dels nostres referents històrics només es pot fer l'endemà de la independència, mai abans. I no es pot fer abans per la senzilla raó que sense referents difícilment hi haurà independència”.
Aquí se explica con detalle lo que el médico Joan Solé i Pla desvelaba.
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“Si ets tan progre, per què no baixes de la tarima i m’encules davant de tothom?”
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