Qué tienen en común André Agassi, Charles Aznavour, Sylvie Bartan, Cher, Atom Egoran, Rouben Mamoulian, Arshile Gorky, Calouste Gulbenkian, Gary Kasparov, Aram Khachaturian, Alain Prost, William Saroyan. No la profesión, tampoco la nacionalidad, pues viven en países distintos. Lo que tienen en común es que pertenecen a la diáspora Armenia, algunos descendientes de los huidos tras el genocidio armenio, producido entre 1915 y 1923, otros fruto de la inmigración más o menos obligada. Se calcula en torno a los 10 millones los armenios de la diáspora y 2,5 millones los que viven en la actualidad en los límites de Armenia, un millón menos de los que había cuando este país se independizó de la URSS en 1992. Ese millón prefirió la inmigración cuando pudo optar.
José Antonio Gurriarán, corresponsal de TVE, fue víctima casual, en 1980, de un atentado del ESALA (Ejército Secreto Armenio para la Liberación de Armenia) organización terrorista activa en las décadas del 70 y 80. Entonces comenzó a interesarse por los armenios. Sobre el asunto escribió el libro La Bomba. Ahora publica Armenia, el genocidio olvidado, resultado de un viaje a ese país y del intento por comprender qué sea eso de la nación armenia.
El Monte Ararat es el símbolo nacional de Armenia, sin embargo está en la actual Turquía que lo señala como su pico más alto, 5.165 m, un volcán inactivo, con su cima cubierta de nieves perpetuas. Tanto los sumerios como los judíos sitúan en este monte a los supervivientes (arca de Noé) de sus respectivos diluvios.
Armenia es un país determinado por dos hechos, su geografía, a caballo entre Europa y Asia y el genocidio de 1915. Esos dos hechos han ayudado a solidificar el sentimiento de pertenencia y el amor a las raíces por para la extensa comunidad Armenia del exterior. Hay muchos paralelismos con la comunidad judía, como salta a la vista.
Armenia fue el último país romanizado en Oriente y el primero en hacer del cristianismo su religión, rodeado de países musulmanes, con fronteras con poderos imperios que disputaron su territorio: Rusia, el imperio otomano, Persia.
La masacre comenzó en la época en que los Jóvenes Turcos dominaban la política en los estertores del imperio otomano. El 24 de abril de 1915 fueron detenidos y ejecutados 250 líderes de la comunidad Armenia en Estambul. Intelectuales, políticos, religiosos. Comenzó entonces el confinamiento en campos, las masacres y la deportación masiva y forzosa hacia el sureste desértico de un número indeterminado de civiles armenios. Se expolió los bienes de los deportados y se les sometió a todo tipo de abusos. Con el objetivo de desarraigarlos de sus hogares, se les sometió a marchas forzadas en condiciones extremas a lo largo de cientos de kilómetros, sin alimentos y agua, lo que ocasionó la muerte de muchos de ellos. Entre 650.000 y un millón y medio está la cifra de las víctimas del genocidio. Turquía no niega las masacres, pero rebaja considerablemente las cifras y no admite que se tratase de un genocidio, sino el resultado de luchas interétnicas, enfermedades y hambre en el marco de la Primera Guerra Mundial.
Gurriarán ha viajado a Armenia acompañado de un grupo de armenios de la diáspora. El libro está hecho a retazos, mezcla de reportaje, entrevistas, biografías de armenios famosos e impresiones. Se echa de menos el calmo trabajo objetivo del historiador, las fuentes diversas, la contraposición de opiniones. Aunque el lo niegue no desaparece el trasfondo de lo que se conoce como síndrome de Estocolmo.
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¿Se tardan más en curar las heridas psicológicas, como el síndrome de Estocolmo, que le ha perseguido durante años, o las físicas?
Las de la mente, porque las físicas ya son como una parte más de mí. Yo tengo muchos problemas derivados de la explosión: un tímpano perforado, una pierna cortada once centrímetros, la columna hecha un ocho... Pero creo que estoy curado, con el libro he hecho una terapia de extraversión. Me he liberado metiéndome en el tema armenio.
1 comentario:
¡Hola!He pasado la mitad de mi vida en España y cada vez que veo a españoles que conocen nuestra tragedia y contribuyen a que nunca se olvide,me siento orgulloso.
Usted conocerá la estrecha relación de los gobiernos españoles con Turquía,sobre todo la amistad de Zapatero con Erdogan.Pero en el fondo de tanto pacifismo que promueven,el estado turco invierte millones de euros para tapar sus crímenes.
La gran mayoría de Europa conoce muy bien la Cuestión Armenia,pero en España tenemos mucho trabajo por delante.
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