El pasado 7 de marzo Isaías Carrasco, ex concejal socialista, fue asesinado por ETA en Mondragón, dos días antes de las elecciones generales. En la fachada del Banco Guipuzcoano, en la localidad, cuelgan 18 retratos etarras, más una silueta en negro para otro héroe asesino que está por llegar. Nada, en el pueblo, sin embargo, recuerda a Isaías Carrasco. Un periodista entrevista al director de la sucursal del banco.
El director, un hombre joven y amable, atiende enseguida al potencial cliente. Le regala un apretón de manos y le señala un asiento de su despacho.
-Dígame, ¿qué desea?
-Me ha sorprendido ver las fotos de 18 terroristas de ETA en la verja del banco...
-Bueno, eh..., verá... Es que siempre han estado ahí...
-Creo que después del asesinato de Isaías Carrasco la gente las quitó...
-Sí, y "ellos" volvieron a ponerlas hace unos días...
-¿Y usted piensa mandar que las quiten otra vez?
-Es que no depende de mí. Depende del Ayuntamiento.
-Pero están en su banco...
-Sí, pero bueno, siempre han estado ahí...
-¿Usted dejaría poner unos carteles del BBVA anunciando créditos más baratos?
-Hombre, eso es distinto... Además, este edificio es patrimonio histórico
-¿...?
-Pues que supongo yo que será el Ayuntamiento el que tendrá que quitar los carteles... O [cada vez más incómodo] que tendrá que ser la dirección del banco, pero yo cómo me voy a poner a quitar esos carteles...
-¿Se han quejado los clientes por tener que entrar en el banco entre las fotos de los terroristas?
-No, nunca nadie se ha quejado. Habrá visto que el pueblo está todo igual. Y a los de
El director no tiene más que decir. A modo de despedida se encoge de hombros.
Yo que tú, amigo lector, leería este reportaje.
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