Dice este hombre, director de '
Las élites burguesas desde que mandan, de mediados del XIX para acá -a veces hasta mandan callar como en la foto que acompaña la entrevista-, han pretendido no sólo ser dueños de la acción sino también de su interpretación. Ese ha sido el objetivo de su púlpito, la prensa, hasta hoy, pero me temo que lo tienen bastante crudo, a poco que las nuevas generaciones intercambien información, conocimientos y propuestas de acción a través de la red.
No hay más que ver lo que está sucediendo en los últimos meses: los estudiantes venezolanos que hacen perder el referéndum a Chávez, el más de medio millón de blogs de iraníes que protestan contra la censura de los ayatolás, aquella ciudadana belga que desde su simple ordenador convocó a 35.000 ciudadanos contra el politiqueo de flamencos y francófonos, las multitudinarias manifestaciones contra las narcoguerrillas colombianas convocadas desde Internet y, estos últimos días, las protestas de los monjes del Tíbet transmitiendo imágenes impactantes, también por la red, grabadas con móviles, para mostrar lo que la censura china impide.
Un ejemplo.
Hoy era el día en que el parlamentario holandés Geert Wilders colgaba en Internet su película contra el Islam. ("El Corán es un libro fascista que incita a la violencia", dice). Se titula Fitna y dura 15 minutos. Las cadenas holandesas no han querido mostrarla.
Pues bien, EP da cuenta de ello pero es imposible encontrar en su sitio de Internet un enlace a la película. Sin embargo cualquiera que busque un poco puede dar fácilmente con ella. En la propia página de la película –suspendida- u otras que la replican. ¿Para qué nos sirven los clásicos periódicos acomodaticios, políticamente correctos y al servicio de los poderosos?
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