El lamento de las élites culturales catalanistas es que Cataluña ya no pesa. Hubo un tiempo en que Barcelona, entonan… Pero ahora en España, están las autonomías socialistas, están las autonomías del PP y está Euskadi. Ahora sólo Euskadi es un problema. Catalunya no fa por! Espanya ja no creu tenir un problema català! Miremos a Madrid: centralidad de las infraestructuras, capital única, centro del sur de Europa, capital de Sudamérica. ¡Y encima Zaragoza y Valencia creciendo! Sensación de impotencia.
Tres ejes conforman el catalanismo según Villatoro: la identidad (lengua + cultura), es decir el sentimiento de pertenencia; el progreso (búsqueda de bienestar para los catalanes); el poder de decisión, en forma de autogobierno (máximo reconocimiento de de la particularidad). Conjuguemos las tres, dice, para salir del pesimismo.
¿Qué hacer? No nos conviene una confrontación directa, no es la mejor estrategia. Siempre nos ha ido mal. En cuestión de fuerza Cataluña siempre ha sido derrotada. Tampoco la seducción, la política de Maragall (Escolta, Espanya, la veu d'un fill que et parla en llengua no castellana) hacia Zp ha sido un fracaso. Qué, entonces. El peix al cove, ni más ni menos, volver a la política de Pujol, a la que en otros tiempos practicaron
La confusión de Villatoro y la de los que piensan como él procede de la melancolía por la pérdida de un objeto que nunca existió. Deslumbrados por un ser malévolo al que entregan el alma, ven continuamente frustradas todas sus promesas. Una alucinación. Eso les impide afrontar serenamente la dura realidad. Una realidad que no pueden mirar a los ojos, porque es desesperante, tozuda, y que apenas cambia. Las identidades múltiples y mudables, propias de cualquier país moderno, no se dejan reducir. Los votantes son inasequibles y tozudamente no se comportan en la dirección marcada. ¡Cómo decir que los votos en blanco y la abstención son hijos del mismo padre y de la misma madre!
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