La exposición se abre y se cierra con un tema que le preocupó al principio de su carrera en Sevilla (Cristo en casa de Marta y María) y al final en Madrid (Las Hilanderas): el aprendizaje, la técnica, el arte. En ambos cuadros aparecen una anciana y una joven en actitud de enseñar o aprender. En el primero, aparentemente religioso, el tema principal, Cristo con Marta y María, 1623, queda desplazado a una esquina, para presentarnos en primer término a una anciana que parece recriminar a una joven su inhabilidad para preparar alimentos. En el último, Las Hilanderas, 1657, la vieja ha sido desplazada hacia las sombras en beneficio de una joven iluminada por una camisa blanca y con una vitalidad de la que la vieja carece.
El cuadro es el último prodigio de Velázquez. Sitúa, con un dominio magistral de la perspectiva, cuatro escenas distintas en un mismo espacio: cinco hilanderas preparando las lanas para tejer; tres mujeres contemplando un tapiz en un altillo; una escena que sucede delante de estas, de tipo mitológico, que protagonizan Aracne y la diosa Atenea y por último la representada en un tapiz de El rapto de Europa, copia de un cuadro de Rubens, a su vez copia de otro de Tiziano.
La escena más cercana al espectador representaría el reto de la joven Aracne a la diosa Pallas para construir el tapiz más hermoso. El tapiz del fondo colgado de la pared sería el producto del reto. Delante del tapiz, la diosa Atenea está a punto de convertir a la joven tejedora en araña, por haber osado retarla.
Tanto en el cuadro de Sevilla como en Las Hilanderas el tema que parece tratar Velázquez es el de la superioridad del arte de la pintura sobre la artesanía.
Hay sin embargo un enigma que no he sido capaz de resolver: dónde están situadas Pallas Atenea y Aracne. ¿Formando parte del tapiz o delante de él? No parecen razonables ni una cosa ni otra. No tienen nada que ver con el asunto del rapto de Europa por Zeus, transformado en toro, pero tampoco tendría sentido que compartiesen tiempo y espacio con las tres damas ataviadas a la moda de la corte de Felipe IV.
Pero no sólo es interesante esa exposición por la confrontación de Velázquez consigo mismo, el de Sevilla y el de Madrid, o en La fragua de Vulcano presentada con La túnica de José del monasterio del Escorial, ambas influidas por la escultura clásica que contempló en su viaje a Italia, también lo es por el rastreo de sus ascendientes, algunos de los cuales están representados en la exposición. Así Los Borrachos, cuyo Baco procede de Caravaggio, representado por Joven con cesto de frutas; o el raro desnudo de
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