viernes, 29 de febrero de 2008

Clasificando la violencia

Qué tienen en común estas historias, estos cuatro asesinatos:

Sólo llevaba cuatro meses en España. Laura Morales, de 22 años y natural de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), estudiaba en una universidad privada madrileña y trabajaba en una entidad bancaria. (…) Laura y Néstor empezaron a salir en diciembre. "Eran amigos, aunque no estaba enamorada". La chica nunca puso una denuncia por malos tratos. El asesino la mató en silencio. Nadie escuchó nada. Néstor está ahora detenido.

La sevillana María Victoria Martínez (49 años) vivía en El Puerto de Santa María (Cádiz) desde hacía ocho años. (…) Su marido la acuchilló el martes. Deseaba mejorar su formación para emanciparse y ser independiente. Inició cursos de geriatría, en los que conoció a una monitora a la que contó sus miedos, pero no denunció por "respeto a sus hijos". Vivía acogida con una amiga y trabajaba de asistenta en una casa de Jerez. La Federación de Vecinos le había ofrecido un alojamiento para preservar su integridad, "pero ella creía que su lugar estaba con su familia". Tenía tres hijos y negociaba la separación.

"No te voy a dar nada. No puedes estar aquí. Vete o llamaré a la Guardia Civil". La respuesta fue un disparo en el pecho. Virma Gimeno murió a los 44 años en Cullera (Valencia) el martes. Antonio Urban, su pareja durante más de 15 años, del que se separó hace cuatro meses, apretó el gatillo. Virma tuvo un primer matrimonio que fracasó. Luego llegó Antonio, que hizo de su vida un calvario y le pegó durante años. La Guardia Civil la llamaba a menudo. Ella contestaba que estaba bien, pero que él seguía en la calle, merodeando. "Cuando ella dijo basta, él se volvió loco, se quedó sin nada", dicen las amigas. Dormía en un coche que era de ella. Hacía semanas que preguntaba dónde conseguir un arma para atracar un bar. Y al final se hizo con un revólver.

María Jesús Marcos, de 55 años, asesinada a tiros por su ex marido en Valladolid. Era de Olleros de Sabero (León), había vivido 20 años con "el pintor" y tenían cuatro hijos. En 2006 la mujer abandonó el domicilio conyugal y se fue a vivir con los chicos a la casa de su madre. La presidenta del Foro Feminista, Nina Infante, dice conocer "amenazas de muerte" por parte del marido, versión que avalan otros conocidos de la pareja. Pero no había denuncia. María Jesús se ganaba la vida limpiando en un par de casas.

Son relatos escuetos los que publica EP, pero ayudan a ver algo de las circunstancias personales. Los medios y los políticos persisten en agrupar estas historias en una etiqueta, violencia de género. Pero cada caso tiene su circunstancia. Agruparlas es fruto de la pereza mental o del interés político por dar respuestas rápidas. Simplicidad y generalización. No ayudan a establecer la justicia con objetividad. La ley debe ser general y la justicia aplicada, particular. En el año 2006 se suicidaron en España 3234 personas. 2504 hombres y 730 mujeres.

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Toscani vuelve a las andadas, ahora con una campaña contra la violencia machista por encargo del semanario italiano Donna Moderna. Aparecen un niño y una niña desnudos bajo los que ha escrito carnefice (verdugo, en italiano) y vittima (víctima), respectivamente.

Toscani explica que con esta imagen ha querido expresar que la inclinación a la violencia "comienza ya desde la infancia, cuando intervienen la educación de los padres, los valores que nos transmiten y su ejemplo".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo diría que sí tienen mucho que ver los 4 asesinatos de estas 4 mujeres y se resume así: "La maté porque era mía".
La violencia se puede y se debe clasificar, lo que no se debe es simplificar ni mediatizar.
También pienso que no es acertado poner de ejemplo en esta entrada las cifras del suicidio, no se podría hablar de "suicidio de género" intentado buscar una similitud con las cifras de la denominada "violencia de género", porque suicidarse y ser asesinado sólo tienen en común que se suma un muerto a mayores a los decesos.

Toni Santillán dijo...

Eso quiero decir. Sobre los suicidios, no se banaliza de igual modo. Y se producen en mayor cantidad. No hay una etiqueta para comprimirlos en un significado tranquilizador. Quien generaliza miente.