lunes, 7 de enero de 2008

La Cenerentola

Si tuviese que recomendar a un amigo un gran espectáculo para estos días posnavideños o si tuviese que llevar a mis hijos a la ópera por vez primera, en el caso de que estos se dejasen, sin duda, el espectáculo escogido sería La Cenerentola, que todavía se representa en el Liceu de Barcelona.

Esta ópera cómica es un concierto para los sentidos, un gozo para el oído, un festival para la vista, una tentación para las manos que corren detrás de los brillantes figurines que lucen cantantes, coro y actores en general. Alegre, dinámica, optimista, luminosa. No recuerdo una tarde en el Liceo más divertida. Una parte del mérito se debe al propio Rossini, el compositor, con todo el repertorio de juegos vocales que uno pueda esperar en una ópera, arias, duetos, tríos, cuartetos o concertantes, o a los dobles sentidos de la trama del divertido libreto, con los personajes del cuento de Perrault, la cenicienta, mutados en tipos de la comedia del arte, para convertir el drama moralista en drama giocoso. Otra parte la pone Joan Font, el de Els comediants, con una acción vivaz, trepidante, que hace que un espectáculo de tres horas sobre un cuento que todo el mundo conoce, no decaiga ni se haga en ningún momento lento o aburrido. Otra parte se debe al escenógrafo que ilumina el escenario con desfiles de trajes coloristas, imaginativos, siempre sorprendentes, a medio camino entre lo modelos surrealistas y los colores simples y planos a que nos acostumbró el arte de vanguardia del siglo XX. Y otra parte no menos importante se debe a los cantantes, desde el mediático Juan Diego Flórez hasta los miembros del coro, que además de cumplir como tales se prestan al juego de Joan Font y no temen aparecer como actores burlescos y desinhibidos.

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Este periodista que apoya al gobierno desde EP, hablando de la coyuntura económica, dice primero: Hasta hace poco, nadie pensaba que un activo del Gobierno se convertiría en arma de la oposición.

Y dice después: El mayor "debe" de esa política económica se da en la distribución de la renta y la riqueza, que se ha hecho más regresiva: la participación de los salarios en la renta nacional ha descendido a su mínimo histórico.

Y uno se pregunta, ¿el descenso continuado del peso de los salarios en la renta nacional será el activo del gobierno?


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