
Culturas, muchas, pero cada una en su nicho, a ser posible sin contaminaciones. Ese es el ideal de los nacionalistas aunque se revistan de la mona progresista. Las declaraciones de quienes han organizado el fiestorro de Frankfurt no dejan lugar a dudas.
El que fue conseller en cap, ahora agraciado en la pedrea con la dirección del Institut Ramon Llull, que organiza la representación catalana, es muy claro. Se manifiesta así:
Pregunta: Pero la cultura catalana se expresa en dos idiomas, catalán y castellano.
Respuesta: No, se expresa en cuatro: catalán, castellano, el francés de Perpiñán y el departamento de los Pirineos Orientales, y el italiano de Alguero, el municipio de la región italiana de Cerdeña. De estas últimas no hemos traído a Frankfurt escritores en italiano o francés, sino sólo a los que lo hacen en catalán. Una cultura es un concepto territorial: todo lo que pasa y se hace en su territorio forma parte de ella; una literatura es un concepto que se hace en una sola lengua.
Curiosa respuesta, ese afán por poner límites, la territorialidad, cuando los idiomas importantes son, ahora especialmente, extraterritoriales. Es en la red, un sin lugar, donde mejor y más rápidamente se intercambia el saber. Esa disposición al mando, “hemos traído”, dice, como si fuese el imperator de todos esos territorios. Y esa ridícula dilución del castellano. En fin, culturas acotadas, espacios territoriales, lenguas protegidas, nichos. Actas de defunción.
“Es una elección más política, ética y de identidad que artística, y ayuda a replantear la identidad como relación: una isla tiene sentido porque hay otra isla”.
Piadosamente, EP ha suprimido esta concreta respuesta del ex conseller en cap, y las palabras de Borja-Villel, tanto de su edición española como de la del Pais.com.
Ambas expresiones del software catalanista se completan con la noticia de que Blanca Palmada, de ERC, comisionada de universidades de
Todas las universidades del mundo quieren tener a las mentes más brillantes, Cataluña opta por ponerles barreras. Por el contrario, “la historia industrial de Barcelona y de Cataluña en las dos últimas centurias nos dice que la base de su éxito ha sido su capacidad para atraer a personas de fuera”. Sería una pulsión suicida para unas universidades que están por debajo del número 200 en el ranking de excelencia, y por supuesto para su propia sociedad.
Si han ido a Frankfurt a desenterrar el cadáver de Herder, se han equivocado, está en Weimar.
“Una polla xica, pica, pellarica, camatorta i becarica va tenir sis polls xics, pics, pellarics, camatorts i becarics. Si la polla no hagués sigut xica, pica, pellarica, camatorta i becarica, els sis polls no haguessin sigut xics, pics, pellarics, camatorts i becarics”.
(Quim Monzó en el discurs inaugural de
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