viernes, 13 de julio de 2007

¡Qué felicidad ser ecológico!



Sales de la cama bajo suntuosas sábanas de cáñamo, te pones unos Levi’s de algodón orgánico de 200 euros y un polo biodegradable de Armani. Te duchas y maquillas con productos que ostentan la etiqueta verde, incluido el lápiz labial de cera de abejas orgánica de la selva tropical de Zambia. Tu casa es ecológica, con paneles solares fotovoltaicos y cocina reformada con elementos reciclados. Tus alimentos son orgánicos, incluso si vives en EE UU puedes comer la fruta que se vende en las tiendas de productos orgánicos Whole Foods, que en invierno transporta en un Boeing 747 desde Chile. Entras en tu garaje con capacidad para tres coches, iluminado con bombillas fluorescentes de bajo consumo, coges tu coche Lexus híbrido de 75.000 euros -11 litros a los 100 km- y te diriges al aeropuerto, haciendo una inacabable caravana que no te permite ir a más de 30 km por hora, cuando no estás completamente detenido. Tomas un vuelo de 13.000 km para pasar una semana lanzando pelotas de golf fabricadas con pienso de pescado compactado en un complejo ecológico de las Maldivas. En el avión hojeas el número que Vanity Fair dedica a las estrellas como Madona y The Police, preocupados por el calentamiento global, después de ver Una verdad incómoda, el documental de Al Gore.

¡Qué felicidad ser ecológico!

**

Ahora un chiste ecológico. Todas las mañanas tardo 40 minutos en hacer un trayecto de 16 km, por las carreteras del área metropolitana de Barcelona. Apenas alcanzo en algún tramo una velocidad máxima de 50 km.

Francesc Baltasar, conseller de Medio Ambiente del govern de la Generalitat, quiere darse a conocer, chupar cámara. Así que decide que la velocidad máxima en el Área Metropolitana de Barcelona se limite a 80 kilómetros por hora.

Por qué: reducir los niveles de contaminación. La medida afectará tanto a las carreteras como a las autovías y las autopistas.

El Racc considera la medida innecesaria. Su director técnico, Pere Sauret, ha puesto un ejemplo afirmando que los conductores que circulen por autovías y autopistas a 120 kilómetros por hora, cuando lleguen a la primera corona y reduzcan a 80 kilómetros por hora bajarán también la marcha, con lo que contaminarán más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esa forma de vida acorde con la buena conciencia occidental está en la onda de lo que Frankfurt llama bullshit, la superchería en la que naufragamos sin norte ni rumbo.