El artista chino Ai Weiwei desplazará a 1001 chinos a la pequeña ciudad alemana donde se celebra la quinquenal documenta de Kassel, la mayor feria del arte del mundo. Una vez en la ciudad los chinos podrán manifestarse a sus anchas. En su Fairy Tale o cuento de hadas, que así se llama el provocativo experimento del artista, los campesinos, trabajadores, amas de casa, arquitectos, policías o maestros chinos podrán “subvertir la imagen idílica de la ciudad” dando rienda suelta a sus costumbres más idiosincrásicas de chinos como escupir en el suelo, darse manotazos en la espalda, reír a carcajadas, sentarse o ponerse en cuclillas en cualquier rincón para jugar al mahjong o, si les place, emborracharse. El proyecto costará tres millones de euros que será financiado por un patrocinador suizo. Es la obra más costosa en la historia de
Aprecio el experimento, los artistas deben dar rienda suelta a su creatividad allá donde las condiciones les sean propicias, tanto más cuanto que en Kassel se producirá “un cruce de miradas entre Oriente y Occidente”. Pero me gustaría que por una vez, en justa correspondencia, ese u otros artistas experimentasen al revés.
Por ejemplo, 1001 europeos asistiendo a una misa católica en la mezquita de Sana’a; enviados de Green Peace y Amnistía Internacional debatiendo sobre los derechos humanos en
El impacto de tal suceso experimental sería mayor sin duda que el que se pueda producir en la curada de todo espanto ciudad alemana de Kassel.
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«Sería muy bello convertir Córdoba en
De igual modo,
1 comentario:
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