martes, 1 de mayo de 2007

Lluvias de abril

Con las lluvias de abril o en los primeros días de mayo, el campo castellano es el paisaje más hermoso de la tierra, podría escribir y seguir diciendo:

Junto a las ruinas del castillo de Gama, contemplando la extensa alfombra de los trigales verdes, hacia el mar, unos ojos palentinos vieron en mí al hombre que no soy y mi pecho se llenó de aire.

Pero no lo puedo escribir sin avergonzarme, porque esas palabras son eco de otras que fueron escritas hace muchos años por quien sabía escribir mejor que yo.

“En Moulmein, en la Baja Birmania, yo era objeto del odio de mucha gente, la única vez en toda mi vida en que he sido lo suficientemente importante como para que me sucediera algo así. Yo era oficial de una subdivisión de la policía de la ciudad…”.

Frases tan verdaderas son a su vez réplica de unos versos que suenan inocentemente hermosos, de cuando los literatos se creían capaces de construir mundos, aún cuando no fueran más que falsas cortinas.

“Junto a la antigua pagoda de Moulmein,
mirando al este hacia el mar
hay una muchacha birmana

y sé que piensa en mí”.

La épica, los hombres creciendo sobre las espaldas de otros hombres, se disolvió junto con los viejos imperios, y con ella la nostalgia de mundos imposibles. Las muchachas birmanas son las rumanas y rusas de las carreteras. También se fue un tipo de literatura que abrevaba en el paisaje y en sus estaciones. Ya no se puede jugar con esas metáforas sin que bajo el primer rasguño aparezca la pereza del plagio.

Castilla es un tropo que ya no existe, sino en boca de hombres vulgares a los que no avergüenza repetir lo que una vez oyeron o leyeron.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Los invito a leer humorísticos "REFRANES SOBRE PLAGIO", cliqueando sobre ídem.