Me escribe Joan:Respecte a la pregunta de si "¿puede convertirse en exhibición estética el dolor ajeno?" Imagino que no preguntes pel fet (tu ho estàs fent) sinó pel deure. És un salt deontològic que a vegades qüestiones però és clar. Posant aquestes 3 fotos juntes (Moss guanya 2-1) relaciones estètica amb ètica. És un fet. S'hauria de fer? Per què no? Fins i tot tens l'agudesa quirúrgica de saber que la mare té una "distanciada desconfianza". Ètica pura. No hi ha res a fer. Ètica i estètica estan barrejades en la mirada de qualsevol que vulgui mirar aquesta entrada del teu blog.
**
No reflexiono, en la entrada de ayer, sobre el dolor ajeno, sino sobre los que fabrican o comercian con el arte, o sobre los que exhiben sus buenos sentimientos, como antaño la dura burguesía sus obras de caridad, y sobre los que miran o miramos. Sobre la hipocresía general que nos habita, no sólo en ese tema, en todos los temas. Piensa en los golpes de pecho de los ecologistas ante el cambio climático; háblales de un programa para suprimir el coche, verás que te dicen. Nulla aesthetica sine ethica, decía Valverde, claro que sí. El problema no es la unión indisociable de ambas, sino que hay un tercer invitado, a veces oculto a veces transparente, que devalúa la ética y la estética. A los cocineros y a los fotógrafos les puede su ego y no están dispuestos a ser simplemente lo que son. ¿Es que dar bien de comer no ha de ser orgullo suficiente? ¿Son artistas los profesores cuando cumplen con lo que de ellos se espera? Los fotógrafos juegan sobre seguro, el uno asociándose a un cuerpo esplendoroso, basta con mostrarlo desnudo para atraer la atención. El último me repugna más. Exhibir la belleza desnuda de Kate Moss no rompe ninguna regla moral, exhibir la pobreza y la humillación sí. Uno tiende a pensar que se saca partido de esa exhibición (rentabilidades, ya sean estéticas o monetarias), pero la repugnancia mayor es la de quien mira la fotografía de la madre y el hijo para obtener una doble recompensa: placer estético y empatía con el dolor ajeno, cuando no puede, ¿no debe (imperativo)? haber tal cosa. ¿No nos queda una miaja de inocencia, un resto de dignidad? Menos mal que está ahí esa mirada distante: debería avergonzarnos mirar, nunca podremos empatizar con ella (¡miserables hipócritas!) porque nunca vamos a pasar por lo que ella pasa, ha pasado y pasará. Lo desmoralizador es que esa campaña esté al servicio de Intermón Oxfam, una ONG que respeto.
Me recuerda aquellas campañas de Benetton, en las que se decía que un supuesto “centro de investigación,

No hay comentarios:
Publicar un comentario