jueves, 22 de marzo de 2007

Moral, razón y emoción

¿Hasta qué punto somos seres racionales y justos? ¿Obramos con autonomía? ¿La compasión y la empatía ayudan o perjudican al adoptar decisiones morales?

El 14 de septiembre de 1848 Phineas Gage, capataz en una línea de ferrocarril en construcción, sufrió un accidente a las afueras de Cavendish; Vermont. Una explosión hizo que una barra de metal saliese disparada atravesando el cráneo de Gage. La barra de hierro le entró por la mandíbula, le pasó por detrás del ojo izquierdo, salió por lo alto del cráneo, tras atravesar el cortex cerebral anterior, y aterrizó 30 metros más atrás. Gage no solo no murió al instante, sino que se mantuvo consciente en todo momento. Incluso habló a los pocos minutos. Phineas había sido una persona equilibrada y sensata. Después del accidente conservó la memoria, la percepción y el razonamiento. Sin embargo en palabras de Harlow, el médico que lo atendió, "El equilibrio entre su facultad intelectual y sus propensiones animales se había destruido". Gage se volvió irregular, irreverente, blasfemo e impaciente. Sobrevivió 12 años al accidente.

A partir de ese caso famoso y otros más recientes, dos neurocientíficos, Marc Hauser y Antonio Damasio, en un artículo de Nature, dicen poder demostrar experimentalmente que junto al razonamiento las emociones son esenciales para el juicio moral. Sus pacientes con el córtex prefrontal dañado muestran una “reducción en las emociones sociales –compasión, vergüenza, culpa- estrechamente relacionadas con los valores morales”. "Las capacidades de la inteligencia general, el razonamiento lógico y el conocimiento de las normas sociales y morales aparecen preservadas", afirman los científicos, igual que en el caso Gage. Sin embargo, en las decisiones morales no siguen la pauta de la mayoría. En los dilemas clásicos del tipo ¿Matarías a tu hijo para salvar a 10 personas?, ¿Si un amigo infectado del sida planeara contagiar a otros, algunos de los cuales morirían, y tu única opción fuese dejar que eso ocurriese o matarle, lo matarías? la mayoría de la gente responde que no, porque junto al razonamiento se imponen las emociones sociales, como la compasión o la empatía, sin embargo los pacientes con esa zona del córtex dañado apretarían el gatillo, según el estudio de Hauser y Damasio. Sus pacientes no se sentirían desgarrados por el dilema moral. De ello no se deduciría que la razón estaría contaminada por las emociones, sino que simplemente no se razona en el vacío. Somos seres racionales y sociales.

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