sábado, 27 de enero de 2024

01. Santiago de Chile

 

Junto al Palacio de la Moneda


Salí de casa a las 5 de la tarde y he llegado a Santiago a las 5:00 del día siguiente. El Alvia a Madrid cumplió su horario; el tren de cercanías que me llevaba al aeropuerto, como parece ser habitual se averió y hubo que esperar a otro. El largo viaje transatlántico se hace pesado, me tocó en un asiento en el medio, empotrado entre dos chicas, amables, aunque taciturnas; la comida que sirve Iberia desagradable, nada apetitosa. Las maletas tardaron en salir, el autobús que nos tenía que llevar al hotel tardó en llegar: en vez de esperarnos a nosotros fuimos nosotros los que una vez resueltos los trámites tuvimos que esperar durante casi una hora. Ya nos habían advertido, si viajas a América ten paciencia. 




Santiago. Sorprende ver a las chicas con unos pantaloncitos cortos extremados. Los jóvenes, chicos y chicas, se muestran guapos, como en casi todos los sitios. Sorprende el poco tráfico que uno ve rodar en un viernes por la tarde. Sorprende el calor por encima de los 30⁰. Sorprende que no haya excesivas terrazas en las calles. Pero es que es verano para lo uno y para lo otro. Es verano aquí, cuesta darse cuenta. Santiago no parece ser una ciudad acogedora para el turista.




Como casi todas las ciudades se separa en barrios acomodados y humildes. Vemos los acomodados con vigilancia policial -aquí carabineros-, y seguridad privada. No hemos visto ni un solo barrio pobre, de inmigrantes, porque aquí también los hay, quizá a los guías les de vergüenza mostrarlos. Los chilenos se quejan de los inmigrantes venezolanos y colombianos, de la seguridad reinante.





Santiago también tiene su casco antiguo, universidades, palacios, centros de cultura, pero no luce como las viejas ciudades coloniales de otros países. Hay museos arqueológicos e históricos pero no tenemos tiempo para verlos. Aquí, las pocas cosas que me ha llamado la atención: la iglesia de San Francisco, antiguo convento, por su armónica sencillez, el Palacio de Correos o antiguo Palacio de los Gobernadores que en su portada parece una copia del palacio Garnier parisino, la catedral ampulosa y el Palacio de la Moneda, claro está, que es el actual palacio para los actos oficiales de los presidentes del país y donde, todo el mundo guarda recuerdo, Allende se sacrificó el 11 de septiembre de 1973 o lo sacrificaron. Está la puerta principal, donde lo vimos acompañado con un ayudante con fusil y está la puerta lateral donde lo sacaron ya cadáver. Santiago es una llanura rodeada de cerros y partida por la mitad por por el río Mapucho.





Ya tarde, derrotados por las largas horas de cansancio, buscamos restaurante en la calle Vitacura. De lo que he visto es la más animada, llena no solo de restaurantes sino de puestecitos y músicos callejeros, y muchos jóvenes. Los precios no son baratos, lo que significa que hay gente que se lo puede permitir y gente que no.


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