miércoles, 17 de mayo de 2023

Dead for a Dollar & Operation Fortune

 



Hay un cine de puro entretenimiento, sin ningún compromiso con la realidad. Es tan válido como el que se propone como denuncia o transformación. Si uno ve en la dirección de la película los nombres de Walter Hill o Guy Ritchie piensa que se va a divertir: ensalada de tiros, personajes esquemáticos, divisorias nítidas entre el bien y el mal, ambigüedades calculadas y acción, mucha acción, y como contrapunto diálogos fluidos llenos de ironía y burla como guiño al espectador: 'Sabes que no nos lo tomamos en serio; diviértete'. Ocurre sin embargo qué tanto Walter Hill como Guy Ritchie dejaron atrás sus buenos tiempos.


En Dead for a Dollar (El cazador de recompensas. 2022) hay grandes panorámicas y personajes que se recortan en un horizonte sin fin, hay una mujer y muchos hombres, un par de inocentes y varios forajidos y el territorio del espíritu donde la ley está por definir. En el western el héroe emerge de la zona de indefinición: aquí un cazador de recompensas (Christoph Waltz) que vive de ofrecer sus servicios al mejor postor, sin hacerse preguntas sobre su intención o moralidad, topa con el mal en crudo y decide oponérsele.



Si el western es rural el thriller es urbano, el territorio donde se mueve Guy Ritchie. Es difícil recordar que sucede en sus películas: tan solo explosiones, persecuciones de coches, trampas, ingeniosos engaños, algo de erotismo y personajes con carácter de una pieza, incluidos el malote que vira hacia el bien y el defensor de la ley que se corrompe. Hasta el título de sus películas es difícil de recordar, como si lo único a tener en cuenta fuese el nombre del director. Operation Fortune: Ruse de guerre (Operación Fortune: El gran engaño (2023).


Ocurre con estas películas, crepuscular la de Walter Hill y rutinaria la de Guy Ritchie, que los automatismos aprendidos en una vida dedicada al cine les roban el nervio. De tan vistas las escenas que aparecen en una y otra carecen de tensión: ya no produce ningún efecto ver al pistolero (Willem Dafoe) disparando a un hombre indefenso que sale de su cama, ni siquiera mostrando la escena en blanco y negro como contraste; me cuesta recordar una escena de coches o barcos chocando y saltando en la película de Ritchie. Ni siquiera los actores con nombre (Christoph Waltz, Jason Stratham) son capaces de aparecer un momento detrás de sus máscaras rígidamente pintadas, salvo quizá Willem Dafoe y Hugh Grant, el primero haciendo de su decadencia personal el centro de su interpretación y el segundo, como buen actor inglés virtuoso del desdoblamiento, como maestro de la ironía.


La primera en cartelera y la segunda ya en Amazon Prime. 


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