lunes, 15 de mayo de 2023

Alga

 



El bol está vacío,

pero su cuenco de barro conserva

el aroma del té.

El bol está vacío,

pero sienten las manos su tibieza

que acaricia la piel.

El bol está vacío,

pero rebaña sus bordes la lengua

avezada al placer.

(Ignacio Gamen)


Me reencuentro con un grupo de amigos al que unen los versos, el esforzado e ingenioso arte de hacer tañer las palabras para que produzcan armónicos. Hay una matemática del idioma que rige la concatenación de sonidos a la que la humanidad consciente o inconsciente se ha entregado desde que empezamos a balbucir palabras con sentido. Como el ebanista con el escoplo o el pintor con el pincel, el poeta está atento al resonar de las palabras en un doble movimiento, como conceptos que enlazan con experiencias vividas o imaginadas y como sonidos saltarines que en el río del idioma encuentran el cauce guiado pero nuevo del bello decir.


Al pantà quasi buit

torna a la llum el campanar,

ara crida els forans.

(Xavier Carreras)


La poesía es un movimiento del espíritu. Ha de hacer uno silencio dentro de sí para poder oír en el azaroso entrechocar de las palabras los ecos del vivir. El poeta no solo busca belleza también sentido. La mayor parte de las veces no encuentra ni lo uno ni lo otro. Se desespera. Fracasa. Le disgusta que le llamen poeta porque así como la vida es un proyecto truncado, el difícil arte de poner el oído, de armonizar versos, está condenado de antemano. Uno nunca esta lo suficientemente atento para recoger el soplo del espíritu y si se empeña en trasladar una experiencia al molde de los versos la inspiración no le acompaña. La poesía es la experiencia del fracaso en justa correspondencia con la vida.


El solsticio de invierno nos invita

a mirar hacia el cielo,

a reunir a la tribu alrededor del fuego

y a darnos con fervor la mano

(Gerardo Guaza)


Pero de tanto en tanto se produce el momento alucinatorio en que sumergido en la corriente del lenguaje cree uno haber hallado una pepita de oro. Al breve instante de iluminación, sigue uno más terrenal en que cree poder construir un artefacto alrededor de la pepita de oro. No sucede, sino raramente. No acierta uno en un poema, acierta en un verso.


Por primera vez,

un pájaro vuela hacia atrás

y le dice al mar:

el amor va a empezar.

(Rosa Creixell)


Es duro vivir en solitario, por eso nos reunimos para alentarnos y compadecernos. Ofrecemos un hallazgo, deponemos una decepción. Las alegrías aunque breves son más intensas si tenemos con quién compartirlas, menos dolorosos los fracasos. El arte de las palabras además de solitario es efímero y volandero: dichas desaparecen al instante, no las retiene la frágil memoria, escritas se pierden en carpetas o archivos que a nadie interesan. De ahí el empeño de compartir inseguridades y esperanzas en una revista que ya está en el número 89. Puestas por escrito junto a otras con la misma voluntad adquieren un aura inesperada: ecos, resonancias, en la gran campana que es una revista de poesía.


Envejecer de luz

es el grito que me sacude los huesos

para andar dibujando poemas

(Jorge Stojsic)


Hace cuarenta años que el grupo se reúne y para celebrarlo han hecho un doble número de la revista que publican, Alga. La revista se presenta en público, se leen en voz alta los poemas, una música les acompaña. Es entonces, en el breve instante en que sobrevuelan la mente de quienes escuchan, cuando las palabras adquieran el molde que hace de la poesía un arte.


En las olas me ahogo, me sumerjo en el canto,

me despojo del llanto, y penetró en la noche

sagrada del misterio

(Rosa Mirambell)



Tres generacions. Silenci llarg...

No escolten el rellotge de paret

que declama els sons amb monotonía

confirmant que el temps és una distància

traçada entre dues obscuritats

(Rodolfo del Hoyo)


Un sol atrevit al gener

ilustra aquesta neu granulosa i tèbia

on hi aterra algun colom distret

(Pere-Ramon Aguiló)


Por eso enciendo velas

En toda nuestra casa,

Acaricio el color de las maderas

Y viajo a través de nuestros cuadros

Esperando a que llegues,

Sentada en un viejo balancín,

Y lleno todos los huecos y rincones

De blanca sal marina

(Goya Gutiérrez)





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