miércoles, 23 de noviembre de 2022

Robert Clive y la ruina de la reputación

 

Robert Clive en Shrewsbury Square


"Solo puedes hacer el mayor bien para el mayor número si primero ganas la mayor cantidad de dinero". El 'altruismo efectivo' tal como lo entiende el multimillonario recién arruinado Sam Bankman-Fried.


Robert Clive fue el primer gobernador británico de Bengala, pero no lo fue en nombre de su Majestad sino a cuenta de una compañía mercantil, una compañía que buscando el beneficio de sus accionistas, creó un ejército privado para conquistar casi todo el Indostán. Robert Clive fue el artífice de esa conquista. De simple contable de la compañía, en el lugar oportuno y con el arrojo suficiente, supo aprovechar su oportunidad y convertirse en el hombre más rico de Inglaterra a mediados del siglo XVIII.


La India a la que llegó Clive estaba formada por una serie de estados casi independientes, gobernados por virreyes, tras la muerte del emperador mogol Aurangzeb en 1707. Circunstancia que fue aprovechada por las potencias europeas instaladas en sus costas, franceses, holandeses, portugueses y británicos, para obtener permisos y ampliar su área comercial. Inglaterra fue mucho más allá. Clive se hizo un nombre en las guerras carnáticas contra sus rivales franceses. Con arrojo y mucha suerte asumió, sin entrenamiento militar formal, el mando de pequeñas tropas, ante el vacío de autoridad, asentando el monopolio comercial de la Compañía de las Indias Orientales en Calcuta. Clive consiguió una fortuna, se casó, volvió a Inglaterra y se convirtió en miembro del Parlamento. En su ausencia, Calcuta volvió a caer a manos del nabab de Bengala, Siraj Ud Daulah, en 1756. La Compañía reenvió a Clive a Bengala para que recuperase lo perdido. Clive por el camino perdió su fortuna al hundirse uno de los barcos en que regresaba. De nuevo, con mucha suerte, Robert Clive ganó la decisiva batalla de Plassey, en 1757, aunque en esta ocasión su mejor arma fue el soborno, alentando la conspiración que habían tramado la familia de banqueros Jagat Seth y el comandante de las tropas del nabab, Mir Jafar, contra el propio nabab, o virrey, a cambio de una ingente compensación económica en efectivo y otra aplazada anualmente para la compañía y para sí mismo.


Robert Clive cuando retornó a Inglaterra en 1760 contaba con solo 35 años y una fortuna de al menos 300 000 libras (unos 48 millones al valor actual) más una renta de 27 000 libras (equivalente a 4,3 millones, hoy) anuales. Se cantaron sus hazañas militares -Macauley, años después, le comparó con Napoleón-, le ascendieron a barón Clive de Plassey y le llenaron de honores. Tras su marcha, la administración de Bengala volvió al caos. La batalla de Plassey fue decisiva porque estableció el poder británico en Bengala, pero la carga impositiva, más la tradicional corrupción de los funcionarios junto a un periodo de sequía, fue tan grande que arruinó la economía de Bengala y produjo una terrible hambruna que, entre 1769 y 1773, redujo la población de Bengala en un tercio. Los historiadores, quizá exagerando, estiman que resultó en la muerte de entre siete y diez millones de personas para toda la India.


Robert Clive tras la batalla de Plassey


Clive tuvo que volver por tercera vez, ahora como gobernador. Y esta vez consiguió que el débil emperador Shah Alam, en Delhi, concediese a la Compañía la administración entera de Bengala, Bihar y Orisha, fundando así el Imperio de la India británica. En 1772, el Parlamento abrió una investigación sobre las prácticas de la empresa y la responsabilidad de Clive en la Gran Hambruna de la India. La compañía generaba cerca de la mitad del comercio de GB, así que no se la podía dejar caer. El 40% de los parlamentarios tenía acciones de la compañía. Se le concedió un préstamo colosal de 1'4 millones de libras, para que no cayese en bancarrota a cambio de un control parlamentario. La votación que siguió exoneró a Clive, pero este no se sobrepuso a la investigación. Se convirtió en una figura impopular -se le conocía como Lord Vulture-, un monstruo de corrupción y falta de principios. El 22 de noviembre de 1774, Clive, con tan solo 49 años, se cortó la yugular con un abrecartas romo, interrumpiendo la partida de wist que estaba jugando en familia. Samuel Johnson escribió que "había adquirido su fortuna con tales crímenes que su conciencia lo impulsó a cortarse el cuello". Esta historia la cuenta William Dalrymple en La anarquía.


Harvey Weistein durante el juicio


Robert Clive es lo más parecido en el siglo XVIII a uno de esos jóvenes americanos que desde un garaje montan una gran empresa tecnológica o desde un ordenador consiguen hacerse multimillonarios de las cryptomonedas. Muy joven ascendió por los márgenes de la ley aprovechando la confusión política y la falta de un poder centralizado en la India para crear un imperio manejado por una compañía mercantil que luego haría suyo la corona británica. Triunfó con trapacerías, cayó en el descrédito, perdió su reputación y se suicidó. Muchas de las jóvenes lumbreras actuales fracasan, otros triunfan y al final fracasan siendo aún muy jóvenes. Unos pocos consiguen una fortuna tan grande que no saben cómo dilapidarla. Sam Bankman-Fried, el fundador de FTX, una casa de cambio de criptomonedas, acaba de dilapidar los cien mil millones de dólares que su compañía había logrado en cuatro años. Otro tanto le ha hecho perder a su compañía John Stankey, administrador de AT&T en su fallida fusión con Time Warner, en el mismo periodo y por el mismo valor. Pocas cosas tan difíciles de entender como la compra de Twitter por 44 mil millones por Elon Musk. Jeffrey Epstein, el financiero depredador de adolescentes, cuando vio su crédito público arruinado se ahorcó en su celda en la cárcel de Manhattan. Harvey Weinstein, sun embargo, no lo ha hecho cuando se descubrió que se valía de su poder en la productora Miramax para acosar y violar a actrices en busca de trabajo, pero las imágenes que hemos visto de él tras el juicio que le condenó muestran su ruina. También en España tenemos un caso: Javier Biosca, el bróker que presuntamente estafó alrededor de 500 millones mediante Algorithms, se ha precipitado desde un quinto. Como tantos pensaba que el dinero es más importante que la vida.


La riqueza era el espejo en el que se miraban porque creían que así era como el mundo les admiraba. Unos convirtieron su riqueza en poder político y patrimonial: esposas, mansiones, Parlamento; otros usaron su poder magnético para abusar de su posición; otros convirtieron su riqueza en extravagancia. Al final cuándo vieron el azogue hecho añicos pocos mostraron la hombría que se les suponía, porque detrás no había nada. Algunos piensan que es un valor caído entre las ruinas del patriarcado, pero no es así, permanece como el núcleo principal que adoran las mujeres y que hace de los hombres seres empoderados y libres.


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