viernes, 18 de diciembre de 2020

Luc Ferry, La revolución transhumanista

 



Woody Allen: la eternidad es larga, sobre todo hacia el final.


¿Es el organismo humano una totalidad equilibrada y ajustada con mucha precisión, producto de una evolución exigente y compleja? ¿Es irracional saquear la sabiduría de la naturaleza en vez de agradecer su obra?


Luc Ferry, filósofo y escritor, fue ministro de Educación francés. En 2016 publicó este libro dedicado al impacto de las nuevas tecnologías. Para el asunto del que escribe cuatro años son muchos. El mundo de la tecnología y de la Inteligencia Artificial va tan rápido que lo que se dice de ellas pronto se vuelve obsoleto, incluso si hay una pandemia de por medio. También se pude decir que la pandemia las ha acelerado, en cierto sentido el mundo ya no será como antes. Con la mente racional instruida en el sistema educativo francés, Ferry reduce los problemas en ciernes a categorías discernibles sobre las que poder discutir. Las nuevas tecnologías contenidas en un acrónimo: NBIC (nanotecnologías, biotecnologías, informática y cognitivismo, separadas una por una, pierden el aura y la amenaza que evoca la criatura del doctor Frankenstein y, como cuestiones técnicas, se pueden llevar al taller del técnico en reparaciones, al laboratorio del bioingeniero o a la mesa deontológica del filósofo ético. Procediendo con tal sobriedad, el lector no puede apasionarse como lo haría con un libro de Ray Kurzweil, otro de Michuo Kaku o uno de Max Tegmark (Vida 3.0). En la vieja Europa cualquier paso está medido por las reglas de la tradición tanto en las pautas del pensar como en los procedimientos burocráticos a seguir para poner en marcha una empresa. Piénsese cómo ha procedido en la pandemia: lentitud en afrontarla frente a la acción inmediata de los países orientales, en proponer medidas uniformes para su control, al final en manos de cada país o de cada región, en acelerar los permisos para las vacunas. Europa tiene ciencia e ingeniería, fábricas, hospitales y farmacias (aquí se han creado las vacunas de las que hablamos, aquí se están fabricado). Es un viejo paquidermo al que cuesta levantarse y caminar: le falta la energía de los jóvenes: logística, ágiles finanzas, redes, lo que está moviendo el mundo. Las grandes empresas creadas sobre esa base están en EE UU y China. Esas son las razones para el pesimismo. Lenta, pero segura: una sociedad construida en otro siglo. Es un debate que está en el libro de Ferry.


El imperio de la realidad se impone a las hipótesis que tratan de definirla. Los brutos se hacen con el botín, no se paran a pensar en los inconvenientes de sus acciones a caballo. ¿Lo que estamos descubriendo como posible en los laboratorios lo hemos de utilizar sólo como terapéutica (reparar los daños de la vejez y de la muerte) o nos lanzamos, apartando las barreras éticas, al mejoramiento de la especie: cibersoldados fuertes e invencibles, atletas imbatibles, científicos listos, hombres y mujeres hermosos y saludables, niños a la carta? Europa, depositaria de la esencia de la humanidad, lastrada por su historia, a la vez brillante y trágica, ve, paralizada e impotente, como ésta se entrega a manos de quien le promete rejuvenecerla y transformarla en otra cosa.


Hay problemas reales en esa transformación (transhumanismo) que hay que atender: ¿podemos inactivar genes (por ejemplo el gen CCR5), modificar el genoma, que afectarán a nuestra descendencia? ¿Hasta que punto podemos desarrollar una IA capaz de superarnos y destruirnos? ¿Debemos saltarnos las reglas con las que la naturaleza nos ha creado? ¿No será un proceso superior a nuestras fuerzas, una evolución material, natural, que a la postre no está en nuestras manos controlar, crecidos en la ilusión de que la naturaleza humana es la cima, no solo una etapa, en el desarrollo natural? ¿Está en nuestras manos acabar con la muerte? ¿Hay que volver a Spinoza: el hombre solo es una parte de la naturaleza cuyo orden sigue? ¿Qué haríamos con una vida sin fin? ¿Qué haríamos si unos se lo pueden permitir y otros no? “¿Es el ser humano diferente de los animales por su capacidad de exceso, de trascendencia con respecto a la naturaleza, que juzga al mundo desde el exterior, desde un punto de vista superior, convirtiéndose así en un ser moral?”


El libro del Ferry no es un libro sobre tecnología futurista o sobre la sociología de los cambios que se están produciendo sino un libro sobre ética. ¿Hasta dónde debemos llegar? No sólo Kant y Rousseau laten en los dedos del autor, también Mary Shelley. En cada análisis, en cada perspectiva, en cada novedad subyace el componente moral, el juicio, la perspectiva francesa frente utilitarismo anglosajón. No digo que su planteamiento, sus cautelas no sean necesarias, sino que ese modo de proceder frente a la realidad hace que Europa no sea ya la Grecia de América sino que pronto, tras la pandemia, los turistas orientales vendrán a ver nuestras pirámides desconchadas y nuestros zigurats enterrados en la arena. Quizá alguno piense que son fruto de alguna civilización extraterrestre. Aquí un resumen.


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