domingo, 27 de septiembre de 2020

Ébola

 



En 1976 apareció el Ébola, virus que debe su nombre a un pequeño río del norte del Zaire, en Yambuku, dónde se supone que se asomó por primera vez a la ventana humana. Con una tasa de letalidad del 88%, encogió al mundo, la más alta registrada nunca (en Sudan hubo otro brote con una tasa algo menor, del 65%), salvo el caso de la rabia que era casi del 100%. De dónde procedía. ¿Cuál es la ecología de un patógeno? Aunque se parecen, el detective científico utiliza instrumentos más sofisticados que el detective novelesco por ejemplo la biogeografia, el estudio de la distribución de los seres vivos del planeta, la filogenia, el estudio del desarrollo de los linajes, la biología molecular y la epidemiología.


Estudiaron 818 chinches recogidas en las aldeas infectadas con ébola, sin poder encontrar evidencias en ninguna. Pensaron en los mosquitos. Nada. Entonces extrajeron sangre de 10 cerdos y una vaca; todos dieron negativo al ébola. Atraparon 123 roedores, 69 ratones, 30 ratas y 8 ardillas; ninguno era portador viral. Estudiaron las entrañas de 6 monos, 2 duiqueros y 7 murciélagos; tampoco tenían el virus”. (Contagio, David Quammen)


Tres años después, en una nueva expedición, "sumaron más de 1500 ejemplares de 117 especies distintas. Sin resultados. Durante casi 20 años el virus pareció extinguido, sin embargo en 1995 volvió a aparecer de forma dramática en Kikwit, Zaire. 245 personas fallecieron, incluidos 60 miembros de personal hospitalario. Otro equipo de investigadores volvió a trabajar en Kikwet, capturando miles de animales y tratándolos en laboratorio con nuevas tecnologías seguras y eficientes. Otra vez con resultados negativos. El virus del Ébola era como un zorro astuto, escribe David Quammen, llegaba, se propagaba, causaba devastación y desaparecía. En 1999 cuando los investigadores presentaron su informe no pudieran responder a las dos preguntas clave, ¿en qué criatura viva se esconde? y ¿en qué lugares del paisaje africano se encuentra? Después de 23 años buscando, el reservorio no había sido encontrado.


En el norte de Uganda en el año 2000 hubo otro brote con 224 personas muertas, con una tasa de letalidad del 53%, similar a la del virus del ébola de Sudán de 1976. Sin embargo el virus del ébola no ha podido acunarse en el hombre como para causar una enfermedad endémica: no ha producido miles de casos, no ha cruzado grandes distancias ni durante periodos prolongados. Para el ébola la especie humana es un callejón sin salida evolutivo. La zoonosis, el cambio de especie, es una apuesta a lo grande por parte del virus. Puede triunfar o fracasar. En el ébola ha sido un fracaso, no lo ha sido en el caso del SIDA y parece que tampoco en el SARS-CoV-2. En Mbomo, República del Congo, en 2003, el ébola volvió en un brote con una letalidad del 90%. En 2007 en Uganda occidental apareció el quinto ébola (hay cinco especies de virus del ébola, un filovirus), el virus Bundibugyo, con 116 infectados y 39 muertos.


Las muertes humanas, como consecuencia del Ébola, desde 1976 hasta finales de 2012 fueron 1580. Parecía una enfermedad asumible, hasta que llegó el brote de 2014 en el oeste de África: 28.646 infectados y 11.323 defunciones. El virus se extendió por centroáfrica. La OMS declaró la emergencia mundial. Unos pocos casos llegaron por vía aérea a EE UU y Europa. En España fue famoso el sacrificio de Excálibur, el perro de la única enferma infectada, acompañado por manifestaciones de protesta en 24 ciudades. Luego ha habido otros brotes en el 2017, 2018 y 2019 en la República Democrática del Congo. La OMS volvió a declarar la emergencia sanitaria mundial.


Aunque se sabe que el virus del ébola provoca un fallo autoinmune en la producción de interferón, una proteína esencial en la respuesta inmune, sigue siendo "un microorganismo inescrutable en más de un sentido, por lo que la enfermedad que provoca es tan misteriosa como terrible e incurable" (Quammen). No es muy contagioso (no a través de las vías respiratorias pero si a través de un corte en la piel o una punción hasta llegar al torrente sanguíneo) pero es altamente infeccioso.


Pero ¿dónde se esconde el escurridizo virus entre brote y brote, bajo qué circunstancias pasa de su reservorio a otros animales como los simios o los seres humanos? ¿La transmisión ocurre directamente entre murciélagos y seres humanos que se los comen o a través de un huésped intermedio, alguien se come el cadáver de un chimpancé infectado, chimpancé que previamente comió una fruta mordida por un huésped reservorio? Hacia 2005 se hallaron trazas (anticuerpos y porciones de genoma del virus aunque no el virus vivo) de qué los murciélagos de la fruta, el murciélago de cabeza de martillo más concretamente, podrían ser los reservorios del virus del ébola.


Los pacientes del ébola no se agravan por la dosis infecciosa del virus, la carga viral, sino porque los glóbulos blancos no producen los anticuerpos necesarios para contrarrestar la infección. El virus desarma rápidamente el sistema inmunológico y a continuación se réplica viralmente con efectos devastadores.


Peor que los hombres lo llevan los gorilas. El número de gorilas afectados lo desconocemos porque los gorilas se esconden para morir, y cuando mueren desaparecen: la selva es un lugar hambriento, escribe Quammen en vistosa prosopopeya. Poblaciones enteras regionales de gorilas han sido exterminadas. 

La mayor parte de lo que antecede ha sido tomado del libro de Quammen.



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