Los
caballos con sus jinetes dan vueltas y vueltas alrededor de la plaza.
Una especie de Palio de Siena. Los balcones y las vallas con banderas
españolas. Un tambor redobla a su paso. La gente fotografía,
aplaude, grita cuando de una cuerda que pende de un lado al otro de
la calle un gallo boca abajo se ofrece como trofeo a los caballistas.
La cuerda se afloja o tensa para hacérselo más fácil a los jefes.
Así se llama la fiesta, Los Jefes. Tres jinetes vestidos de
jerifaltes decimonónicos. La cosa consiste en arrancar la cabeza de
los gallos al paso del caballo al galope. Los jinetes son torpes y
necesitan más de una pasada para arrancar la cabeza. Pero no hay que
alterarse, los gallos cuelgan a medias degollados. Cuando no que
gallos ponen chorizos y morcillas. Caída la noche, prenden grandes
fuegos para celebrar un sitio medieval, cuando los moros asediaban el
pueblo. Prendieron hogueras para hacerles creer que todo era ruina y
que no merecía la pena la conquista. Hoy nadie mira desde los cerros
vecinos, o eso creo. Santo Domingo de Silos, tarde buena, tras mañana
senderista y lluviosa.
sábado, 25 de enero de 2020
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