lunes, 2 de diciembre de 2019

Nosotros los catalanes



Nosotros, alemanes en 1936

Cuanto más lejano el asunto y menor implicación personal mejor lo comprendemos o creemos comprenderlo. Agrupamos a los indios precolombinos, les dotamos de alma, les hacemos sujetos de opresión y ponemos en su boca una lista de derechos. Buscamos razones psicológicas, echamos mano de la sociología para entender nuestro escándalo ante el hecho de que hombres ricos e inteligentes, y tantísima población del común, junto a otros que no lo eran en absoluto se hicieran seguidores del fascismo. No acabamos de entender, qué mal viento les ha dado a todos esos catalanes que, arrebatados por la rauxa, se han vuelto tan intransigentes, tan suyos, tan ¿racistas?

Pero, ¿es que acaso tú lector y yo somos diferentes, la naturaleza y la historia nos ha puesto en una isla que nos protege de la sumisión y de la comprensión errática del mundo? ¿Podemos pensar que nuestra cosmovisión es la correcta, que no hay distorsión en nuestra manera de entender las cosas, que cada una de nuestros pensamientos es correcto, que nuestra adhesión a causas generales o a movimientos políticos es la justa, que los principios morales a los que nos atenemos son correctos, que el impulso que mueve nuestro comportamiento es el bien común?

Hay una dinámica de sentimientos, pensamientos e ideas que nos mueve en una dirección. No es la misma cuando el asunto nos atañe o cuando los cercanos a nosotros, la mayoría, la defiende, no queremos, no podemos en realidad, quedarnos solos defendiendo una causa, cogemos las razones de su defensa del ambiente que respiramos, del ecosistema que nos sustenta, apagamos en nosotros la chispa inversa, cerramos herméticamente los oídos a quien altera esa visión, las rendijas por las que pueda entrar la duda.

No nos lo preguntamos pero deberíamos hacerlo, no si éramos los colonos que en América esclavizaba a los indios porque es una pregunta retórica que no tiene ningún coste hacerla, sí si nos hemos inventado a los indios, porque lo que ayuda a entender un hecho histórico no es la aplicación de nuestros principios morales al pasado sino el uso de herramientas científicas. Sí es pertinente la pregunta de por qué apoyamos al nazismo en Alemania, junto a la mayoría de la población, o por qué seguimos siendo comunistas mucho después de que la población bajo regímenes comunistas había dejado de serlo y padecía la opresión, porque esos hechos no son del todo historia, aún siguen actuando sobre nuestro mundo y alteran nuestro entramado mental como fuerzas de gravedad.


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