En
esta cuarta temporada se han redistribuido los roles, personajes que
parecían irrelevantes se han apoderado del escenario y otros que
parecía que con
su brillo lo
iban a imantar
están siendo arrinconados hasta convertirse poco a poco en
irrelevantes. Se puede decir que la temporada en su conjunto ha sido
tediosa,
salvo el episodio del asalto regional a la ciudadela. Empezó bien,
con
la
variopinta coalición de secundarios, burgueses
y desarrapados, trajeados hombres de provincia y buscabollos
callejeros,
en
una alianza abracadabrante
para arrebatar el poder a R. Sus
seguidores nos prometíamos
un periodo de disputas, intrigas y choques que nos
tendría pendientes
de
la pantalla
esta y otras
muchas
temporadas.
Fue memorable, en
el primer capítulo,
el final de R. en aquella taberna de la ciudadela central, sentado
con sus asesores a una mesa de contrachapado, con unas cuantas
botellas sobre la mesa, cabizbajo, mesándose la barba, con un
monólogo entrecortado e ininteligible, mientras el héroe del día,
que
estrenaba
en el estrado
un
traje azul de la planta de caballeros del corte inglés, tras haber
recibido el apoyo de la variopinta coalición, se mostraba exultante.
El
resto de episodios,
salvo el del asalto a la ciudadela regional, un
puro
incendio, con
descalabros
de policías, autopistas y ferrocarriles cortados, airear de banderas
por enmascarados, con
traidores, monjas revolucionarias y valientes huidos todo en uno, han
sido aburridos y decepcionantes. La reiteración en los posteriores,
visto el éxito de ese capítulo, de incendios, cortes de calles y
cierre de facultades, ha resultado
cansina y ha terminado por
desconectar al espectador que se ha dedicado a cambiar de canal
buscando otras diversiones.
Se
esperaba sin
grandes expectativas pero con algo de
esperanza el último capítulo, pero los protagonistas han llegado
desfondados, guiñoles
en
el atril, cabezones y cuerpecitos, la escenografía no ayudaba, que
repetían
las
mismas cantinelas. El héroe por
accidente de
la temporada hundía su mirada en
papeles e informes de los que no surgía una idea brillante que
pudiera encandilar. El
sustituto del defenestrado R, aun mimetizado
en
la barba, procuraba desmarcarse de aquel, pero
su
acoso a S., el prota en
funciones
de la temporada, no era tan punzante como
cabía esperar.
La
decepción
sin duda ha sido la de
la joven
promesa que aspiraba
a
hacerse con el papel principal, aunque sus ideas han sido ordenadas y
hasta
valientes,
ha perdido convicción y el
entusiasmo
de
quien hasta hace poco se veía ganador. Se
ha venido abajo y ya no tendrá ocasión de recomponerse y hacer que
la gente se
ponga de su parte.
I. el más turbio de los personajes, es quizá de todos el mejor
trabajado por los guionistas, envuelto
en la ambigüedad, capaz de azuzar el resentimiento, cultivando la
ignorancia
y
desviando la
atención de
sus seguidores hacia
lo superfluo,
mediante
el amortiguador enfático de
su vestimenta informal y su dicción rapera,
al tiempo que sin
asumir contradicción se
refugiaba
en la ciudadela central.
Sus seguidores le perdonan su inconsecuencia. La
sorpresa del último episodio saltó
con el
actor invitado, revestido
por parte de los demás actores y por la prensa especializada como el
oscuro, representante del mundo de las sombras que venía a corroer
la placidez de los acuerdos y las reglas de juego consensuadas,
apareció sin embargo como padre moderado, respetuoso y sereno, capaz
de ocultar sus verdaderas intenciones bajo la apariencia de hombre
patriarcal,
dejó desconcertados tanto al resto de los actores como a los
espectadores, lo que no empece para que la temporada acabase
con
el más aburrido de los finales.
Todo el mundo espera que a los guionistas se les cierre el grifo y la
serie concluya para siempre.
Se
espera, sin embargo, en
el
bonus track o
capitulo añadido por la productora
el
próximo día 10,
que
el
espectador desnudo
de emociones,
reconvertido
en pensador deliberativo, sepa escoger
un
buen proyecto
de
futuro más allá de la aburrida diversión que nos han proporcionado
en la presente temporada los decepcionantes actores que la han
encarnado.
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