martes, 2 de julio de 2019

Pirineos 4 Arriel



Pon que se han ido gran parte de los ruidos de la ciudad
algunos los sintonizas en el duermevela
cuando pugnas por dormir entre hombres sonoros
atrapados en los sobresaltos de la noche
fragmentos inconexos de deseos
deberes postergados incumplidos
líneas imposibles de la vida

pon que el enclave es abrumador
que te achicas hasta un punto indeterminado del paisaje
la piel áspera y rugosa de los picos
los neveros los ibones
la superficie centellea
el sol que ahora abrasa o se esconde

pon que te haces piedra junto a la piedra que te asienta
que te apagas hasta no ser más que oído
entonces ves a los lentos sapitos arrastrarse por la hierba
a la marmota que desde lo más alto se endereza
sobre sus patas traseras
y chilla con su llamada persistente

pon que has dejado de oír los sonidos prestados
pegadizos que hacen de ti un repetidor
quizá sientas incómodo el frío y el calor
que te asaltan de modo simultáneo
la nube de mosquitos que extrae vida de tus hombros
pero hasta eso puedes reducir en tu ser vaciado

entonces te asalta la resina y el pino
el estallido rosa del rododendro
las esculturas modeladas del árbol
que brota de la misma roca
de la mata de helechos que se pone a resguardo
del liquen que pinta la roca desprendida

y en cuanto pierdes el habla
labios cerrados mente quieta dedos mudos
oyes el lenguaje de lo que te precede y te postergará
pájaros cuyo canto desconoces
la caída de la cascada lejana
cuyo rumor te llega por los ojos
el torrente que se vacía en el lago
el viento ligero que golpea donde puede
agitando las hierbas granuladas
las banderolas que como mariposas impostadas
flamean en el breve altiplano

pero es una ilusión que el paisaje te incorpore
ni como señuelo sirves a la naturaleza
tu huella será borrada a no tardar
los fluidos las moléculas que generas se extinguirán
el basto idioma que tratas de simular
seguirá durante un largo tiempo
sin nadie que lo temple y lo cocine
ajeno a cualquier voluntad de comprensión
solo aquí y ahora
en este instante mortal
estás tú para ti mismo
sobrio de ti flor perecedera


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