martes, 18 de septiembre de 2018

Sutilezas morales




            Quizá haya quien no crea que detrás del asunto de la tesis del presidente o del título universitario del líder del principal partido de la oposición hay un debate moral decisivo, que a una parte no le importe demasiado si hay un porcentaje mayor o menor de plagio en la tesis, si hay errores técnicos o chuscos en su confección, si sus descuidos tienen que ver con la calidad de la investigación, si tiene algún valor que el tribunal no fuese constituido de acuerdo con las convenciones universitarias, si la directora del tribunal era amiga o no del doctorando, o que a otra parte no le importe que su líder superase en cuatro meses 12 materias de las 25 de Derecho, tras ser elegido diputado madrileño en 2007, cuando para la otra mitad había tardado 7 años, que se las convalidasen sin una clara justificación, quizá piensen, todos ellos, que la confianza en el líderazgo de la nación no tenga nada que ver con la honradez intelectual, quizá no les importe a unos y a otros que se ponga en juego nuestro sistema universitario, que este aparezca tan atrás en el ranking internacional de universidades, quizá tampoco que cuando ellos mismos o sus hijos tengan que hacer un trabajo académico o un examen los criterios no tengan que ser iguales para todos, tampoco les importará que, en consecuencia, el sistema español produzca muchos futbolistas y pocos premios nobel o que nuestra tecnología tenga tan pocas patentes o que nuestra industria sea subsidiaria de internacionales extranjeras, quizá esta tolerancia en este y otros asuntos esté relacionada con la sentimentalización de la política donde la deliberación racional es sustituida por el like que pestañea lacrimoso de emoción ante nuestro Ronaldo o nuestro Messi políticos cuando aparecen en debates o quizá el 70 o el 80 por ciento de los ciudadanos que deposita el like en forma de papeleta en la urna no vea en este debate un asunto moral que tiene que ver con una vida más racional, más trasparente, más justa y más igualitaria, pero, al menos, esa misma población ciudadana, inhábil para las sutilezas morales, sí debería darle la importancia que merece que nuestro actual presidente haya accedido al cargo pidiendo y obteniendo los votos de los partidos cuyos líderes están en prisión o huidos de la justicia por haber atentado gravemente contra el Estado del cual, nuestro actual presidente, es le primer ejecutivo.




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