La conjetura de Berkeley, que
la materia no existe y que las cosas del mundo son mera idealización, ha traído
de cabeza a los filósofos desde entonces. ¿Cómo refutarla? Samuel Johnson,
según cuenta Boswell, ante la queja de este de que era imposible refutarla, dio
un tremendo puntapié a una gran piedra y dijo: “Lo refuto así”. Los científicos recogieron el reto. Durante
los dos últimos siglos han intentado validar cada una de sus hipótesis con
observaciones y experimentaciones rigurosas, fundamentando las suposiciones que
hay detrás de toda deducción. No descansan hasta que no quede ningún cabo
suelto en toda teoría. Sin embargo, el escepticismo berkeleyano sigue siendo
atractivo para mucha gente que niega a la ciencia su estatus de medio riguroso
y preciso para describir la realidad.
Cae en mis
manos un libro muy divertido que arremete contra “la aburrida visión
materialista”. Partiendo de unas cuantas citas, atractivas y
descontextualizadas, quiere dar un revolcón al paradigma científico
dominante, proponiendo uno alternativo.
Estas son las citas:
Goethe: “No
busquéis nada detrás de los fenómenos: ellos mismos con la teoría”.
Nietzsche:
“La creencia en las categorías de la razón es la causa del nihilismo”.
John
Wheeler: “No hay fenómeno que sea fenómeno si no es un fenómeno observado”.
Kenryk
Skolimowski: “Conocer es constituir el mundo”. “La evidencia científica como
tal no existe, puesto que en cada opción de evidencia ‘objetiva’ hay algo de
nuestra psique”.
Por tanto,
deduce el prologuista: el mundo no es una suma de objetos, sino una red de
relaciones, en la que no hay una estructura última y absoluta debajo o detrás
de la realidad que experimentamos. La realidad no está ahí fuera, como algo
independiente y preexistente, sino que nace en diálogo con nosotros (Berkeley: esse
est percipi, es decir, sólo sabemos de las cosas al percibirlas en la mente).
Parece, pues, que no hubo mundo antes del homo sapiens ni nada hay más allá del
alcance de nuestra mirada.
Si todavía
no hemos alcanzado la auténtica sabiduría es porque no nos lo han contado bien.
Pero ya está aquí la nueva narrativa, lo que nos faltaba para comprender el
gran error del XX, “presuponer que somos el mero resultado de combinaciones
accidentales de átomos en un universo sin sentido. Algo que, intuitivamente,
todos sabemos que es falso”. Ya está aquí la nueva narrativa y se llama:
Ecofilosofía o ecosofía, el nuevo paradigma científico, holístico y
posmaterialista.
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