martes, 28 de junio de 2016

No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles


         En el primer episodio, un largo travelling por las calles de Turín, un día de 1977, Patricio Pron nos hace seguir los pasos de Peter o Pietro Linden detrás de un hombre, un viejo profesor que lee a escritores fascistas olvidados, que representa el orden y la tradición, y que, en parte, como consecuencia de ese seguimiento morirá desangrado a resultas de los disparos que la organización a la que pertenece Linden ejecuta sobre él. Son los años de plomo del terrorismo en Italia y el momento en que cuatro de los integrantes de la Baader-Meinhoff mueren en una cárcel alemana, no se sabe si asesinados o de forma voluntaria. A través del último pedido de libros del viejo profesor, Linden cobrará interés por los olvidados escritores fascistas y se preguntará por la continuidad de la literatura en el política y en la vida, iniciará una pesquisa rara acerca del arte y del crimen.

         En el segundo episodio, Peter Linden entrevista a escritores que participaron en el Congreso de Escritores Fascistas que debía haber discurrido entre el 20 y el 23 de abril de 1945, en Pinerolo, pero que solo duró un día, porque uno de ellos, -un escritor ficticio, los demás no lo son- Luca Borrello, desaparece y es encontrado muerto a los pies de un acantilado de montaña. Linden los entrevista durante unos días de marzo de 1978, en pleno furor del terrorismo de las Brigadas Rojas, poco antes de que cayese asesinado Aldo Moro. Son escritores que procedían del grupo futurista de la Umbría, en el área de Perugia. El contexto del congreso era el de la República Social Italiana, aquel regalo que Mussolini recibió por parte de los nazis de prorrogar su aventura política durante 600 días, la llamada Republica de Saló. El congreso se celebró pocos días antes del fin de la guerra mundial. Estos futuristas supervivientes recuerdan los días moribundos del fascismo, el compromiso del futurismo con aquella política, la rivalidad entre ellos, la creación y el plagio, la mutua traición por la gloria literaria, el autor y la obra, la continuación de la vida en la literatura. También hablan de los participantes en aquel congreso fallido: alemanes, franceses, rumanos, españoles (Luys Santamaría, Masoliver, Sánchez Mazas, Giménez Caballero, D’Ors). Pron se recrea en el juego literario, repite fórmulas de otros autores a los que admira: Borges, Bolaño, Aira, Piglia, Javier Marías, preguntándose sobre el significado de todo eso y sobre la literatura que se pone al servicio de la política. Dice uno de los escritores futuristas: Habíamos convertido la literatura en política y la política en crimen. Y otro que el futurismo no era solamente una estética, una toma de posición en la escena literaria o la incorporación a una camarilla, sino una actitud combativa ante la vida entera. Uno de esos escritores guarda en su casa una caja con los escritos de Luca Borrello, en esa caja Linden ve la firma de su padre, carpintero. De ese modo enlaza este episodio con los siguientes.

         Antes de acudir al Congreso de Escritores Fascistas, Luca Borrello tuvo un encuentro con un partisano, Francesco Linden, el padre de Peter. Este, tras una combate partisano, ha caído por un barranco y Borrello lo acoge y lo cura. Es el episodio más vívido de la novela, tenso, dramático, intimista. Ambos conviven en una casa destartalada de campo. Bajo ideologías enfrentadas a muerte, surgen dos hombres singulares que se reconocen como tales. Borrello cuida al herido, Linden pone en cuestión los ideales que le han llevado a la montaña. Borrello piensa que quizá el impulso estético que ha movido a su grupo pueda seguir de un modo más libre; Linden que los italianos de uno y otro bando tendrán que encontrar acomodo en un mismo país tras la guerra. Linden, carpintero, construye un arcón donde Borrello pueda guardar sus papeles. Es el arcón en el que Peter, más tarde, encontrará la firma de su padre.

         Sigue luego una recensión del material encontrado en el arcón: relatos, novelas, obras de teatro, conferencias, diarios, notas, fotografías, mapas, incluso intervenciones en libros ajenos (gialli), algunos siguiendo las indicaciones de los manifiestos de Marinetti, otros abriendo caminos o cerrándolos, algo así como un conjunto de signos que hablarían de la transformación de Luca Borrello de autor fascista en antifascista, de creador literario en interventor, de autor en individuo que se ha ido desmembrando o diluyendo o desapareciendo junto a la enfermedad (tuberculosis) que ha ido acabando con él, de modo que del material se puede inferir la descomposición de la idea de autor, libro, linealidad, lectura, de la transformación del autor en obra.

         El último episodio nos lleva a un día de diciembre de 2014. El protagonista es Tomás, hijo de Piter Linden. Vive con sus abuelos, porque su madre está en la India buscándose en un asram y su padre está en alguna ONG en África, después de que fuera detenido y condenado a 8 años de cárcel, tras el secuestro y asesinato de Aldo Moro, delatado por uno de los escritores fascistas a quien había entrevistado. Francesco escucha música de bandas anarco punks. Cuando su abuela muere y su abuelo cae bajo el síndrome de Diógenes se va a una casa de okupas. No sigue los debates políticos, pero un día acude a una manifestación en Milán y se ve impelido por la fuerza de la masa a seguir una corriente de jóvenes con capuchas negras y a enfrentarse a la policía. Y como antes su padre, acabará por comprender que el arte se convierte siempre en política y la política, no importa de qué signo, en crimen, y pensará que hay una tarea pendiente allí para personas como él: inhibir a la política de sus elementos criminales y convertirla en algo parecido al arte, una actividad que diga algo significativo acerca de estar aquí.

         Picoteando, he ido descubriendo el interés de esta novela, que al principio no veía, y he terminado leyéndola no siguiendo el orden que el autor propone sino buscando el que me más me ha complacido, empezando por las biografías finales de los escritores fascistas italianos, un diccionario pergeñado al modo del Bolaño de La literatura nazi en América, y luego saltando de aquí para allá, tratando de comprender, por las entrevistas a las que Peter Linden, uno de los miembros de la saga familiar que hace de protagonista, somete a los futuristas supervivientes de Perugia, y por los textos más narrativos donde se nos cuenta la peripecia de esa saga, abuelo, padre e hijo. Lectura, pues, bastante desordenada, pero que me parece es a la que incita el autor. Así he ido armando el rompecabezas, que al fin es lo que esta novela es, y tratado de ver el sentido que de la reconstrucción se deduce.

         Patricio Pron se quejaba en una entrevista reciente del conservadurismo de los escritores actuales. Esta es su obra más compleja, donde se mezclan el relato y el ensayo y distintas formas de narrar, donde se le pide al lector, retomando el trabajo de Cortázar, que reconstruya lo que se le ofrece y arme su propia novela. Quizá, para no pillar desprevenido a un lector acostumbrado a la lectura lineal, debería ir acompañada de instrucciones de uso.

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