
Los
ilusos juega con eso, con la transparencia del joven que quiere un discurso
puro, sin trampa, haciendo gala de ingenuidad, aunque al final, ya bien entrada
la peli, hay una historia, no habría peli sin historia, aunque es bien
sencilla, pero es la historia, al fin, que siempre se cuenta, un hombre, una
mujer y el amor. Todo lo demás es decorado, en este caso interiores y calles de
Madrid, bares y cines, amigos charlando y los lenguajes que se usan en el cine,
diálogos, cámaras, música y canciones, desnudos y vestidos, pero cada uno de
ellos sin elaborar, sin construir, sin formalizar o eso pretende la peli que
creamos. Y montaje, claro, que acaba de dar forma a lo aparentemente informal,
lo que al fin es lo más importante en el cine, cortar y pegar. Y también una
metáfora del cine, muerto, en las cintas de vhf que desarma un niño, sacándolas
de su carcasa, con las que se enreda, y vuelto a resucitar en este peli y en
otras tantas que balbucean y afirman por ahí. Me ha gustado.
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