domingo, 20 de enero de 2013

Ciclogénesis explosiva


        Estas mañanas de domingo en que hago mía la ciudad, buscando perspectivas nuevas. Desenmarañando ideas, poniendo en limpio.

          Voy hacia el oeste, siguiendo el curso del río, también la dirección de la luz, hacia donde la ciudad desaparece: deshechos, oxidación, almacenes, desguaces, ramas y troncos desnudos. Los árboles parecen muertos, pero están vivos. Mañana desapacible con pocos caminantes, remo contra el viento, tras los restos de la ciclogénesis explosiva.


           No comprendo mi actitud. Leo los dos periódicos nacionales. El País lo compro, con El Mundo me las arreglo, sin embargo soy consciente de que, hoy, la principal fuente de información es el segundo: las malas hierbas de la adicción.

1. Me gusta el discurso de los que están de paso, en transición: sus afirmaciones cautelosas, sus inseguras profesiones de fe, tan diferentes de los mercuriales, de los acérrimos. 
“No pueden florecer largo tiempo el comercio y las manufacturas en un Estado que no disponga de una ordenada administración de la justicia”.
2. Qué diferencia hay entre el discurso económico de este impostor y los que cada día hablan en los medios, nos arengan o previenen, nos alientan o nos aterrorizan. 
“En Naciones Unidas estamos muy preocupados por las consecuencias sociales de las medidas de austeridad. Tenemos que salir de esta crisis. Ya les hemos preguntado a las autoridades europeas si no van a otorgar las mismas condiciones a los portugueses que les han dado a los griegos”.
3. ¿Qué tipo de liderazgo es éste?

Austeridad hasta el punto de la asfixia, ceguera con respecto a lo países emergentes, inacción frente a las crisis en nuestro patio trasero, que deja en manos de países menos poderosos pero con una larga tradición de seriedad. 
La Europa alemana de Merkel se pone de perfil, confirmando la irrelevancia de su política exterior y de defensa. Y EE UU bastante tiene con sus problemas domésticos”.
4. Armstrong, el ciclista, se queja de que con su confesión ha perdido 75 millones. ¿Cómo los ganó? Esa pregunta no se la hace. “Todos lo hacían…”.

¿Moral?, ¿Ley? ¿Cuándo confesaron Landis, Hamilton, Basso, Ullrich, Millar? Cuando la policía les pudo delante de sus narices las pruebas.


5. ¿Al borde del estallido social? Se pregunta y pregunta El País como si desease que se produjese el estallido, como si maldijese porque no se haya producido ya, dándole vueltas a qué hacer para que de una vez estalle.

6. Manifestaciones ante las sedes del PP en Madrid y Barcelona. ¡Qué repugnantes! ¡Qué inútiles! Quién va a seguir a ese puñado de gritones, quién les va a creer. Acérrimos como son nunca se les ocurriría hacer una manifestación ante los ERE andaluces ni ante la sede embargada de Convergència ni ante la casa de Durán.

“Ni la herencia colonial, ni el imperialismo europeo y americano, ni la maldad intrínseca de las multinacionales, ni la voracidad de China son los elementos decisivos para que se hundan cada vez más en la miseria. La más importante razón es la corrupción, la falta de transparencia, la mala gobernanza. Los dos países africanos que más crecen y mejor son Mauricio y Botsuana (donde los elefantes, ya saben), que empata con España a puntos. Y en los dos se da la circunstancia de que aumentan en transparencia, en buena gobernanza y en la lucha contra la corrupción”.
8. No hay cosa que más le joda a un ciclista que pinchar lejos de casa, cuando comienza a llover.

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