“No pienso
que haya llegado el momento, pero está cerca. Me temo que, por desgracia,
pertenezco a la última generación que va a morir”. (Gerald Sussman).
“En 2100 tendremos el poder de los dioses mitológicos que en otro tiempo adorábamos y temíamos. En particular, la revolución informática nos hará capaces de manipular la materia con nuestras mentes; la revolución biotecnológica nos dará la posibilidad de crear vida casi a voluntad y de ampliar la duración de nuestra existencia; y la revolución nanotecnológica nos dará el poder de cambiar la forma de los objetos e incluso de crearlos a partir de nada. Además, todo eso puede conducirnos finalmente a la creación de una civilización planetaria de tipo I”.
Así de
optimista se muestra Michio Kaku, tanto como para pasar por encima de estos tiempos de
tribulación y esperar a que sus predicciones se vayan haciendo realidad. Es un
libro generoso en el tamaño y bien informado. El título que pone MK a su libro, La Física del Futuro, se justifica porque según MK los grandes avances en cualquier campo son fruto de los descubrimientos de la física. MK, físico en activo, especialista en la teoría de cuerdas, repasa en
sucesivos capítulos la evolución de los ordenadores; la IA , que construirá máquinas
autorreplicantes; la medicina, que nos devolverá nuestros cuerpos jóvenes y los
hará más fuertes y ágiles; la nanotecnología, que construirá mundos habitables
en los nuevos planetas que vayamos descubriendo; la energía, que extraeremos de
las estrellas; los viajes espaciales muy lejos de nuestro recinto actual; la
riqueza, con sus ganadores y perdedores; en fin, el futuro de la humanidad, que
MK ve arribando a una civilización planetaria, en los albores de un
día cualquiera de 2100.
Nos
descubre cosas como estas: el ADN humano tiene 25.000 genes (3.000 millones de
pares de bases), el doble de los que posee la mosca del vinagre (Drosophila
melanogaster) y tan solo de entre 2.000 a 5.000 más que la Arabidopsis thaliana,
la primera planta secuenciada, y aproximadamente los mismos que el ratón común
(Mus musculus). El genoma del chimpancé que se secuenció completamente
en 2005, puede compararse con el nuestro de forma literal en un 96% de su
extensión. El 99% de sus genes son idénticos a los nuestros. Dicho de otra
forma, de los 3.000 millones de pares de bases que forman nuestros genes, 2.970
millones son idénticas en el chimpancé, y únicamente 30 millones de pares de
bases han sufrido cambios desde que nuestros dos linajes se separaron, hace
ahora unos 6 millones de años. Estamos hablando de que chimpancés y humanos
únicamente se diferencian en unos 200 o 300 genes y sin embargo el hombre ha
construido una civilización que domina el mundo. ¿Qué ha sucedido?
La región
del ADN que ha experimentado mayores cambios desde que divergieron hombre y
chimpancé es la llamada HAR1 o “Región
Acelerada Humana 1“. Entre los chimpancés y los pollos, hay, por ejemplo, sólo
2 diferencias en las 118 letras del código de ADN de la región HAR1. Divergieron
hace 300.000 millones de años. Pero desde los seis millones de años transcurridos
desde el último antepasado común de humanos y chimpancés, 18 de las 118 letras
que constituyen la HAR 1
en el genoma humano han cambiado. Las formas de las moléculas del ARN del HAR1
difieren notablemente entre humanos y chimpancés. Ese gen ha mutado 15 veces
desde entonces. Los cambios parecen pocos pero son asombrosamente decisivos.
Otro
detalle curioso. Los genes de los dinosaurios están desactivados desde hace
millones de años, pero existen en el genoma de los pájaros o en los pollos.
¿Eso qué quiere decir? Según Robert Lanza, siempre que se pueda extraer una
célula intacta de un ser vivo o de una persona fallecida hace tiempo se podrá
devolver a la vida.
¿Qué ocurre
si a los cambios biológicos le añadimos el Big Bang de la IA ? Dicho de otro modo, ¿cuándo
los robots nos superarán en inteligencia? En The Singularity is near, Ray
Kurzweil ha predicho que en 2019 un ordenador personal de 1000 dólares tendrá
tanto poder como un cerebro humano. En 2029, un ordenador personal de 1000
dólares será 1000 veces más potente que el cerebro humano. En 2045, un
ordenador de 1000 dólares será mil millones de veces más inteligente que
cualquier combinación de seres humanos. Incluso los ordenadores pequeños
superarán la capacidad de toda la especie humana.
MK añade: “Después de 2045 los ordenadores podrán hacer copias de sí mismo. Copias
que no dejarán de aumentar su inteligencia, creando una singularidad
incontrolable. Para satisfacer su voraz e insaciable apetito de potencia
informática, empezarán a devorar nuestro planeta, asteroides y estrellas, e
incluso llegarán a afectar a la historia cosmológica del propio universo”.
Quizá haya
mucho de impulso religioso en esas ideas, pero no hay que negar que resultan
seductoras, y puede que aterradoras. ¿Nos estamos asomando al abismo? Para
aliviar el temor a caernos con el invento, Asimov ideó tres leyes con las que
cada robot saldría de fábrica y que le impedirían llegar a estar fuera de
control: los robots no pueden hacer daño a los humanos, deben obedecerles y
debes protegerse a sí mismos, por este orden. Sin embargo, los científicos
actuales creen que no bastan con esas reglas. ¿Qué pasará con los robots
militares? ¿No podrán volverse contra sus amos? Eliezer Yudkowsky propone algo
mejor: la IA
amistosa. Diseñaremos a los robots para ser benignos, para ayudar a los humanos
en vez de destruirlos; los robots elegirían ser benevolentes.
Kurzweil
cree que nos fusionaremos con ese tipo de tecnología. Pondremos esos
dispositivos en nuestros cuerpos y en nuestros cerebros para que nos hagan
vivir más tiempo y más sanos. De hecho la fusión ya ha comenzado, aunque
parezca poca cosa: implantes cocleares (ya hay 150.000 personas con él), prótesis
para aliviar la ceguera, sustituir la traquea.
¿Pero qué es la inteligencia? El cerebro no es
uno sino varios minicerebros separados, cada uno de los cuales está diseñado
para realizar una tarea distinta. “Una sociedad de la mente”, según Marvin
Minsky. La consciencia es en realidad la suma de muchos algoritmos y técnicas
independientes que la naturaleza ha ido encontrando durante millones de años.
Ensayo y error. La inteligencia es más que sólo memoria y velocidad. Lo que aún
no pueden hacer la IA
y los robots es el reconocimiento de patrones y el sentido común.


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