El corazón enterito de una niña de 13 años está en Tuenti

No hay día en que en una tribuna de prensa o en una tertulia radiada o televisada no se eche en falta el relato que al mundo le falta para cobrar sentido. El relato de nunca acabar.

Hoy, por ejemplo. Dice uno, que ha encontrado en su gusto por el cotilleo el modo de, aupándolo a las peanas de la Significación, ganarse las lentejas,

“El Príncipe Felipe y la Princesa de Asturias tienen como misión, de cara a conservar su posición, construirse un sentido, ya que hoy las dudas se acumulan en un paisaje en el que la liquidez no deja ninguna certeza en pie y nada indica que no les pueda erosionar a ellos”.

Y otro, que se aburre mucho pues habla y no para de la banalidad del mundo, propone, ya puestos, sustituir la fea y desordenada realidad por la fantasía ordenada de los literatos,

“Para volver a hablar necesitamos recuperar la memoria delos bellos relatos. Sherezade, así, podría tener una estatua a la entrada de las bibliotecas; el capitán Achab, en las dársenas de los puertos; y Eros y Psique, en las zonas más umbrías de los parques. La figura de Tom Sawyer podría acompañar a los adolescentes en sus paseos en barca, y la de Mowgli a las familias que van al mercado a comprar”.

Qué cansancio. Nunca como hoy ha habido tantos relatos, tanto exceso de experiencias vividas y contadas, tanta literatura: todo el mundo a todas horas lo está contando, enganchados al teléfono, al facebook, al twitter. Este hombre va y sostiene la pobreza de la experiencia de los hombres y las mujeres actuales: “pocas veces han tenido menos cosas que contarse. La ausencia de relatos define su convivencia, y la política actual es el ejemplo más visible de esta dolorosa carencia”, así que, reclamando sus habas, pide que se vuelva a hablar la literatura porque sólo ella es “la verdadera vida” y sólo ella puede “preguntarse qué oculta el corazón de una niña de 13 años”. Este hombre no lo sabe, enfrascado como está en la fantasía, el corazón enterito de una niña de 13 años está en Tuenti.