jueves, 17 de noviembre de 2011

Las batallas del desierto y Trabajos del reino


Dos escritores mejicanos, José Emilio Pacheco y Juri Herrera, dos generaciones, dos estilos distintos y dos historias aparentemente diferentes, aunque los dos, las dos, subordinadas al estilo, subsumidas a la voluntad de escribir bonito, con tendencia a las frases cortas los dos, contundentes, férreas y una misma atmósfera melancólica y fatalista y lánguida.

Apenas recuerdo de que va Las batallas en el desierto, eso que lo leí anoche, sé que es una cosa corta, en torno a las setenta páginas, con muchos capítulos separados por páginas en blanco y tipos grandes,  numerados, es decir una libro hinchado, ¿bien escrito?, sí, ¿cómo no iba a escribir bien un poeta reconocido? Y como didáctico, de esos libros compuestos para enseñar, para que aprendan los niños, me acordaba de Luis Sepúlveda mientras leía. Un contexto situado en el pasado, listas, muchas, de cosas que lo recuerdan, tebeos, películas, juguetes, y más tarde revistas y libros, y nombres de actores, las cosas que se comían a la salida del colegio, criadas y señoras, casas pobres y elegantes, canciones en la radio, los compañeros de distinta procedencia y clase y los adultos, distantes, extraños, misteriosos, con el eco de la distancia que Borges imponía a sus historias, literaturizándolas. Un ex niño recuerda cómo conoció a la madre de un compañero suyo y cómo se enamoró de ella, glamurosa, envuelta en brumas, y cómo todos, los niños y los adultos, se volvieron contra él y contra ella, y cómo en aquella sociedad del pasado los buenos acababan mal, muy mal.
Una historia alargada, a pesar de las pocas páginas, llena de adjetivos, bonita y triste como corresponde.

Me ha costado entrar en los Trabajos del reino, novela del también mexicano Yuri Herrera y eso que es novela corta. Me ha costado porque su forma de escribir, frases cortas, muchos localismos, densa, concisa, necesita un periodo de adaptación. También porque se le ven las referencias –Borges marca mucho en la literatura Latinoamérica y más en el tema de los cuchillos y la noche- y las costuras del género. Sin embargo a medida que avanzaba la lectura ha crecido el interés y el placer. La novela está construida como un alargado corrido, los personajes del hampa, el jefe al que se ve como un rey en su palacio y su ciudad y a sus seguidores como una corte donde hay chicas robadas o entregadas voluntariamente, un periodista, un gerente, un heredero, un traidor y un Artista, el cantante, que es quien nos cuenta la historia, aunque en tercera persona. Se lee en un plis plas y se echa en falta algo más de elaboración, como si fuese un borrador de historia, aunque, claro, los corridos, suelen ser canciones inacabadas, a historias a medio hacer, anécdotas con un ambiente. Merece la pena leerla, se tarda poco. Como digo, es posible que de este Yuri Herrera volvamos oír hablar.

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