miércoles, 13 de abril de 2011

La Habitación

Room, La Habitación, considerada como una de las novelas del 2010, habla de una madre y de su hijo de cinco años, del cordón que les sigue atando durante la infancia y más allá. Habla de la adaptación del hombre a condiciones extremas, de la lucha por sobrevivir en medio de un ambiente hostil. Emma Donoghue, la autora norirlandesa, que sitúa la acción en alguna ciudad de norteamérica, se vale de muy pocas cosas para contar con gran economía una histora angustiosa, en dos ambientes muy diferentes uno claustofóbico y otro, podríamos decir, agorafóbico, aunque con algunos, pequeños elementos de humor, que permiten de vez en cuando la distención. No cuento la trama, ni el asunto para quien quiera leerla pueda ser atrapado por el suspense que tan bien crea la autora. 

Muy dialogada, la acción está contada por el niño, lo que tiene grandes ventajas. Las cosas van apareciendo con la ingenuidad propia de alguien que mira todo por vez primera. Junto con él, los lectores vamos aprendiendo lo que está sucediendo. La manera de nombrar las cosas, la manera de describir el mundo, elude los tópicos y sitúa la novela fuera del género en el que podría haber caído fácilmente si la narradora hubiese sido la madre. La madre y el niño viven la situación de modo muy distinto, a veces de forma opuesta, tanto en la primera mirad de la novela, como en la segunda, cuando el ambiente es radicalmente diferente. Buena parte del suspense reside en que hay elementos que no podemos comprender porque el niño no nos da los datos suficientes. La autora gracias a eso puede presentar los hechos sin juicio moral, sin los prejuicios previos que podrían llegar a atascar la narración. Aunque podría ser una novela de terror, o un thriller psicológico, o un drama angustioso, no es nada de eso. Es una novela que trata de hombres y de la vida, del amor que une por encima de cualquier cosa de madre e hijo, y aunque relata un asunto muy particular, puede hacernos ver a todos algunas cosas desagradables del mundo en el que vivimos. Es evidente que Emma Donoghue tenía presentes los casos semejantes que han ocurrido recientemente, pero ha eliminado el amarillismo, el morbo, el sentimentalismo, con que los periódicos lo han presentado. Una buena novela.

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