miércoles, 23 de marzo de 2011

Más ejemplos de humillación pública

Cuando el vicepresidente del gobierno, señor Rubalcaba, responde al diputado que le pregunta por el caso Faisán de forma tan despectiva, tan prepotente, y tan insultante al situarlo en la extrema derecha, -"¿Qué haría usted sin mí y sin el caso los miércoles? Es como la canción de Amaral: Sin ti no soy nada"-, lo hace porque desde su única posición de poder puede hacerlo: en el turno de réplicas tiene la última palabra; el diputado ya no puede defenderse; además tiene un montón de medios públicos -no tengo en cuenta los privados- que le bailan el agua y amplifican sus palabras. Y lo hace para no tener que responder a lo que se le pregunta. Un político que es un representante del pueblo, elegido en elecciones y con tal poder no puede permitirse el lujo de actuar de esa forma.

Nos humillan nuestros gobernantes y humillan a los pueblos árabes cuando atacan a Libia y dicen todas esas palabras sobre la democracia, porque al mismo tiempo no atacan a otros regímenes tiránicos de la región que con parecida saña desprecian o cargan y matan a su gente: Yemen, Siria, Bahrein, Arabia Saudí.

Nos humillan los diputados del Congreso cuando rechazan una proposición de ley que permitiría saldar la deuda hipotecaria con la entrega del piso; es una humillación porque al mismo tiempo se rescata a bancos, cajas e inmobiliarias que han vivido a costa de inflar los precios de los pisos durante estos últimos años.

No hay comentarios: