¿Por qué los críticos la han situado entre las mejores novelas del 2010, cuando no lo merecía, acaso predispuestos por la seriedad del tema: la explotación colonial a que Leopoldo II de Bélgica sometió al Congo o el trato salvaje que las compañías caucheras dieron a los indios en la amazonía peruana, quizá por el prestigio de Joseph Conrad y su El corazón de las tinieblas, acaso por razones de empresa editorial?
¿Por qué Vargas Llosa no se ha conformado con hacer una biografía, teniendo los datos, el tema, la apasionante historia del personaje central, Roger Casement? No creo que sea por el dinero que proporciona una novela, muy por encima de cualquier biografía o ensayo, se supone que el nóbel peruano no necesita más dinero del que ya tiene, quizá haya pesado el prestigio de la literatura, lo que le ha encumbrado, lo que ha hecho de él una figura pública universal, lo que le ha dado el nóbel.
Desde el comienzo de la lectura la promesa de deleite que todo libro nuevo alberga no se ha cumplido, sin embargo he persistido por la confianza en Vargas Llosa, porque me ha dado muchas tardes placenteras. He seguido junto al autor los viajes de Roger Casement por el Congo colonizado y vilmente expoliado por Leopoldo II; por la Amazonía peruana, donde para extraer el caucho la Peruvian Amazon Company creada por el peruano Julio César Arana, pero de capital británico, explotaba sin piedad a los indios; por su aventura irlandesa, cuando el diplomático y agente del Foreign Office se revolvió contra Gran bretaña por la causa de la independencia de su país; he leído los diálogos que Roger Casement mantenía en prisión mientras esperaba el cumplimiento de la sentencia de muerte y luego el momento de su ejecución, en esa alternancia de dos planos narrativos tan propia de Vargas Llosa, la peripecia del personaje y su estancia en la cárcel, pero no he visto evolucionar al personaje, no he visto sus mutaciones, sus contradicciones, las luces públicas, las sombras privadas. Es una novela plana, cansina, donde el esfuerzo lo pone el lector, no el autor.
Mis ojos han ido de la primera página a la 455, hasta el final del libro, sin sentir la emoción que proporciona una historia bien contada, sin llegar a interesarme por lo que iba leyendo, como me sucede ante un buen ensayo biográfico o histórico. He leído todas esas páginas por fidelidad al autor, sin que Vargas Llosa me haya compensado por mi constancia. En su esfuerzo por construir esta novela no ha tenido la fértil imaginación de otras veces en la parte de ficción, ni ha expuesto los hechos con la pasión que merecían.
El sueño del celta no es una gran novela. Es larga, aburrida, desprovista de tensión dramática, con escasos destellos de imaginación, una novela fallida. Y bien que me duele, porque sigue siendo uno de mis autores favoritos. Estoy seguro, por el contrario, que si Vargas Llosa hubiese adoptado el estilo y el ímpetu de sus mejores artículos dominicales estaríamos hablado de un gran libro. Una lástima.
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