viernes, 12 de noviembre de 2010
Alarico, contra su voluntad, saquea Roma
En el año 376 un hecho convulsionó el mundo romano y a la postre acabaría con él. Aunque la fecha precisa en que cayó Roma, según los libros de historia, es la de 476. La cosa fue bastante chusca. Rómulo Augústo, o Augústulo para quienes lo menospreciaban, accedió al trono sin estar legitimado para ello. Era un usurpador. Contaba con 15 años de edad. Odoacro, un godo, se proclamó rey de Italia, pero no estaba interesado en que se le reconociese dignidad imperial alguna. El imperio de occidente hacía tiempo que había dejado de tener consistencia. Así que Odoacro confinó a Rómulo Augústulo, el llamado último emperador, en Lucullanum, Castel dell'Ovo, en la bahía de Nápoles y envió la indumentaria imperial, la corona y el manto púrpura a Zenón, a la sazón emperador de Oriente. El imperio no necesitaba símbolos o emblemas, había dejado de existir.
Sin embargo, el Imperio Romano de Occidente había recibido el golpe mortal mucho antes, en el 410, cuando Alarico, contra su voluntad saqueó Roma. Tampoco es que Roma fuera gran cosa entones, Milán y Rávena eran las capitales imperiales de Occidente. En el 376 una multitud de godos habían acampado en la orilla norte del Danubio empujados por otro pueblo bárbaro que llegaba desde las estepas, los hunos. No era un ejército, sino un pueblo de unas 200.000 personas, que arrastraban en carros sus humildes posesiones y que pedía acogerse a la benevolencia romana y vivir en el interior de su imperio para sobrevivir. El emperador Velente les dio permiso para cruzar el río.
Alarico, el rey de los godos, únicamente quería ser un fiel aliado de los romanos y ayudar a mantener las fronteras del imperio para que su pueblo sobreviviese. Los romanos una y otra vez se mostraron reacios a dialogar con él en pie de igualdad. Pero Honorio, el emperador de entonces, no estaba en condiciones de rechazar una ayuda semejante; cada vez que se enfrentó a los godos fue derrotado. Antes, incrompensiblemente, había mandado ejecutar a su mejor militar, Estilicón. En Estilicón Alarico había encontrado un hombre a su altura, se había enfrentado y luego negociado con él. Honorio se negaba a aceptar las condiciones de Alarico: que lo nombrase general de los ejércitos del Imperio (magister militum), y que concediese una cuota de alimentos a su pueblo. Alarico y Honorio tenían los mismos enemigos: los suevos, vándalos y alanos que estaban saqueando la Galia e Hispania y amenazaban Italia. Por tres veces Alarico sitió Roma como medida de presión, pero Honorio no cedía a las amenazas desde su bien amurallada Rávena. Alarico después de ver como eran menospreciados sus mensajeros, contra su voluntad, por fin, mandó saquear Roma. El 24 de agosto del 410, con ayuda del interior de las murallas entró por la Puerta Salaria y mandó a sus hombres que con un gran cuidado saquearan la ciudad. Durante tres días, tomaron lo que hubiese de valor, pero sin utilizar la violencia, sin asesinatos ni violaciones. Los godos tomaron como rehén a Gala Placidia, la hermana de Honorio, que se casaría con el sucesor de Alarico, su cuñado Ataúlfo.
Roma había sido infranqueable durante 800 años, desde que los galos la saquearan en el 387 a. C. El saqueo de los godos conmocionó a la humanidad de entonces. Alarico comprendió que Italia y Roma ya no significaban nada, si quería que su pueblo sobreviviese debería tomar el antiguo granero de Roma, el norte de África. Es lo que intentó. Pero de camino a África, enfermó y murió a los 35 años. Sus hombres desviaron el curso del rio Busento a su paso por Cosenza y enterraron a Alarico en el lecho del río y luego lo devolvieron a su curso normal.
Una serie de la BBC de 2006 cuenta estas y muchas otras cosas y un libro de Simon Baker, Roma. Auge y caída de un imperio, amplía los datos de la serie. Baker se detiene en los episodios decisivos de Roma, desde el alba de la ciudad hasta los últimos días de la República y de ahí hasta el final del Imperio. No es una historia social o económica, en cambio hace un análisis de las personalidades de Pompeyo, Julio César, Augusto, Nerón o Constantino.
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