sábado, 3 de abril de 2010

Cuando Barceló perdió la inocencia


Con los ojos abiertos a la sorpresa que anuncia la exposición de Miquel Barceló en el Caixaforum de Madrid, estimulado por la mezcla de clásico y posabstracto, perspectivas a lo Tintoretto, figuras hiperreales, el sexo enhiesto del pintor, materiales adosados a la tela, colores nuevos, artificiales, nacidos en la abstracción, un artista original, potente, que se toma a sí mismo por modelo, exhibición y burla y desdén al tiempo, recorro la exposición y voy preguntándome, cuándo se jodió Miquel Barceló. "Los 25 años del importante artista", se anuncia. Podrían ser los 25 años en que una promesa se convierte en una artista maduro, y quiebra. Las salas van pasando, con sus obras buenas y menos buenas, y la potencia del joven Barceló evaporándose, algún destello de su primera etapa queda, con mucho artificio, y la pregunta sigue cómo un estribillo sin melodía, hasta llegar a la sala final de los retratos, Dore Ashton, John Berger. Ahí parece haber una respuesta en John Berger, en el propio John Berger, en el pintor que reflexiona y se compromete. El pintor consciente de la trascendencia de su obra. Barceló recibió tantos elogios, tantas expectativas se adosaron a su nombre, tantos encargos, el valor creciente en la bolsa del arte, el nuevo Picasso. Un peso excesivo, una responsabilidad insoportable, que ha ido borrando a aquel artista que en sus comienzos trabajaba a cuatro patas sobre el lienzo o que pintaba con la polla.

Claro que hay obras poderosas, como ese elefante monumental que, a las afueras del Caixaforum, se eleva sobre su propia trompa, pero la voluntad de exhibición, el falo del primer Barceló, se ha convertido en rutina, sus viajes, su experiencia del desierto, de África, de la cerámica, se ve como elaborado artificio, como impostura, un deseo de llamar la atención que no tiene que ver con la creatividad, con el descubrimiento.
Al final las ideas que le abruman son superiores a su instinto, a sus sensaciones, un pintor consciente de estar haciendo algo superior al común de los hombres.

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