jueves, 18 de marzo de 2010

Gente de izquierdas

 Tras el espectáculo de estos días de toda ese gente apoyando a una dictadura que deja que sus ciudadanos mueran en las cárceles,
tiene razón Félix de Azúa, como la tiene Toni Judt (Sobre el olvidado siglo XX):
Quienes nos hicimos adultos en la segunda mitad del siglo XX y nos creímos parte integrante de esa izquierda que, según nuestro interesado juicio, recogía lo mejor de cada país, no sólo estábamos siendo conservadores y acomodaticios al no movernos de ahí a lo largo de las décadas, sino que fuimos deshonestos.
Con el tiempo he dejado de asombrarme ante el espectáculo de la deshonestidad intelecual, la de todos esos periodistas, escritores y políticos
1. ciegos a los datos que les ofrecía la realidad y seguían llamándose progresistas y de izquierdas
2. prontos a llamar derechistas o fascistas no a los que objetivamente podrían estar en esas posiciones, sino a quienquiera que ponía ante sus ojos los datos objetivos mediante los que quedaba en evidencia su deshonestidad,

por tanto he comprendido que el seguir situándose en el campo de la izquierda no era otra cosa que mantener su trabajo o la posición social o cultural de privilegio que ostentaban,
por lo que, si ser de izquierdas y progresista es luchar por la igual de oportunidades, por la justicia y por el esclarecimiento de la verdad, gente tan deshonesta no puede estar en ese campo, sino al contrario formar parte de la reacción que ciega el acceso al conocimiento para que todo siga igual.

Remata, Felix de Azúa:
La gigantesca nube de horror del Novecientos tiene, además, una característica peculiar. A diferencia de los tiempos antiguos, en el siglo XX se expande y domina una fuerza de choque ideológica que desde el caso Dreyfus se denomina "la intelectualidad", la cual se encarga de justificar todas las salvajadas pretendidamente izquierdistas. De ahí el "olvido" y la buena conciencia.
A comienzos de siglo, tras la primera guerra mundial y la revolución rusa, la parte mayor y mejor de esa intelectualidad europea apoyó lo que se solían llamar "posiciones de izquierda". Y entonces lo eran.
El drama es que a medida que el siglo avanzaba, las "posiciones de izquierda" iban dejando de ser de izquierda y se convertían en mero usufructo de intereses de partido, cuando no económicos y de privilegio. La derecha nunca ha tenido necesidad de justificar sus infamias, no trabaja sobre ideas sino sobre prácticas, pero se suponía que la izquierda era lo opuesto. En la nueva centuria ya no hay diferencia.



No hay comentarios: