domingo, 3 de enero de 2010

Rock'n'Roll, de Tom Stoppard, en el Lliure


El debate de ideas en crudo, llevado al cine o al teatro, no suele funcionar si no está entreverado de sentimientos y pasión. A mi este Rock'n'Roll, de Tom Stoppard, me ha gustado. Y más que otras obras suyas. Seguro que algo ha tenido que ver la versión de Alex Rigola en el Teatre Lliure de Barcelona. Me gusta la disposición del escenario partido en dos con la acción en medio, me gusta la inserción de fragmentos de temas rockeros que van hilvanando la discusión, me gustan las interpretaciones, aunque no todas, y me gusta ese escenario nocturno con el canto de los grillos de fondo.

Stoppard, de origen checo, trata un montón de temas en su larga pieza de casi tres horas, con un hilo conductor, la decadencia y caída del régimen comunista checo, desde la primavera de Praga hasta la revolución de terciopelo. Un viejo profesor comunista de Cambridge, Max Morrow, discute con un ex alumno suyo, Jan, que ha vuelto a Praga desde Inglaterra, sobre el sentido del comunismo, sobre su fracaso. La fe inquebrantable del intelectual contra el descrédito fundado en la experiencia. Jan a su vez discute con su amigo Ferdinand sobre la mejor forma de derribar el esclerotizado sistema. Jan podría ser un trasunto del novelista Kundera y Ferdinand de Vaclav Havel. Éste quiere derribarlo con la labor de zapa clásica de la oposición política, el compromiso personal, los manifiestos, la agitación que fácilmente acaba en la cárcel. Jan, que no firma manifiestos a favor de los encarcelados políticos, disfraza su miedo de desconfianza en la oposición oficial y dice que el propio sistema caerá ante la evolución de la sociedad; confía en el rock, los pelos largos, la marihuana. La acción de Ferdinand y los suyos alcanzará el punto culminante en la Carta del 77, consecuencia de la detención del grupo rockero checo, The Plastic People of the Universe, por quien Jan se siente representado. El régimen encarcelará a unos y otros y su caída será fruto de todo eso y de mucho más, nunca hay una sola razón.

Junto a la discusión constante están las relaciones personales, el sexo, el amor, la amistad, la traición a favor o en contra de los amigos, la cobardía, las concesiones a la vida del día a día. Y el tiempo que todo lo apaga, para la nieta de Monrow la vida de las generaciones pasadas -su abuelo, su madre- se convierte en desapasionada historia- y la muerte en que todo se acaba, representada por la mujer del viejo comunista, Eleanor (magnífica Rosa Renom), especialista en Safo, corroída por un cáncer de mama. El comienzo del segundo acto con todos los personajes en escena, constata la muerte de ese comunismo que ha ocasionado más muertes que Hitler, "toda una vida entregada a una equivocación" (Max Monrow -estupendo Lluís Marco- nació con la Revolución de Octubre), pero también la del engaño de un capitalismo en versión consumista, representado por una periodista inglesa que dice escribir en libertad, pero cuya escritura es el ejercicio de la mentira a cambio de dinero. Teatro de ideas, pero hechas carne, sudor y sangre. Todo eso y mucho más estos días en el Lliure de Barcelona. Yo no me lo perdería.

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