martes, 29 de diciembre de 2009

Rodin led en la Rambla


Qué fea Barcelona. Fastidia decirlo. ¿A quién se le ha ocurrido esa alucinación led? El kitch navideño ha alcanzado la cima. Se mire por donde se mire, lucecitas clonadas hasta el hartazgo, los mismo motivos uno tras otro, la misma intensidad. ¡Qué falta de imaginación! Especialmente de mal gusto, los enormes rectángulos que decoran, es un decir, la calle de Aragón y otras tantas más, una combinación de azules fríos y platas agobiantes. Han convertido la ciudad en un feo anuncio de neón setentero.

Así que, la primera impresión de ver a los rodin emergiendo en la noche de la Rambla de Cataluña bañados en esa luz frigorífica no puede ser peor . Si Rodin jugaba con la refulgencia de millares de facetas en la piel de sus esculturas, seguro que no imaginó esa luz ramplona y ronca que reduce sus poderosas formas a reproducciones de latón para turistas.

Lástima, porque se intuye el poder de esos personajes atrapados en el bronce, El Pensador y seis piezas del grupo Los Burgueses de Calais, la fuerza de sus manazas nudosas, los cuerpos retorcidos, inquietos, los ojos hundidos que absorben la mirada del deslumbrado paseante. Rodin kitch, qué horror.

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