miércoles, 24 de junio de 2009

No me han pedido perdón; ni lo quiero

El 25 de julio de 2008 salió de la cárcel. Llevaba encerrado desde 1995. Una mujer le identificó como el autor de la violación que había sufrido en un descampado de El Puerto. Ella le reconoció por la voz y por un defecto en la vista. "Un ojo a la virulé", explicó la víctima en el juicio. 36 años de cárcel. La sentencia afirmaba que el ADN encontrado era el suyo.

En 2000, la policía comenzó a sospechar. El Instituto Nacional de Toxicología descartó que los restos biológicos fueran de Ricardi. Pero nadie revisó la condena. Se consideraba que la prueba definitiva era el testimonio de la víctima.
Habían pasado siete años cuando fueron detenidos dos hombres, cuyos restos biológicos sí coincidían con los recogidos en este caso. Uno de ellos, el que más se parece a Ricardi, también tenía un defecto en la vista, un ojo más grande que otro.
Por fin con esos nuevos datos, sí pudo salir de prisión en régimen de tercer grado.

Todavía no se le puede llamar inocente. Ni siquiera se lo llama a sí mismo. "Cuando sea inocente, hablaré claro". Los dos arrestados han sido ya procesados por el juez, quien debe terminar la instrucción de esta causa y decretar la fecha para un nuevo juicio. La culpabilidad de ellos le dará la inocencia a Ricardi. "Son procesos distintos. El Tribunal Supremo es el que debe anular la condena de Rafael, pero creemos que el nuevo juicio puede acelerar las cosas", dice la abogada.

No hay comentarios: