El presidente del Parlament catalán, Ernest Benach (ERC), ha preferido la humillación pública, el cilicio de las disculpas, a la honrosa dimisión de su cargo.
Con tal de mantenerse en el poder, aunque ese poder sea más simbólico que real, pero lleno de prebendas y de honores, ha reconocido el error del innecesario tuneado del coche, que el Estado pone a su disposición, y dado orden de que le retiren televisión, escritorio y reposapiés eléctrico que parece necesitaba para hacer el recorrido entre la sede del Parlament en el centro de Barcelona y su residencia en Reus.
Como en este tipo de disculpas siempre hay peros, ha disculpado su tuneado capricho alegando que no era petición suya sino un vago, "hechos motivados por el funcionamiento de los servicios de la Cámara".
Aparte de la autohumillación a la que se somete sin mayor pudor, el que necesitase un televisor para su hora escasa de recorrido hasta Reus confirma la modesta moblería mental de este político, famoso por no perderse ningún partido de fútbol desde la confortable tribuna del Barça, y de verlo, el fútbol, con los cascos puestos, pues parece necesitar que alguien le explique lo que está viendo en directo. Porque, a quién le importa la honra y dignidad de la Presidencia del Parlament de Catalunya.
martes, 28 de octubre de 2008
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