Viene esto a cuenta de los progresos de la web.2.0, las páginas de creación colectiva, en continuo chisporroteo, que emergen como resultado de miles de conexiones. Internet no es sólo el gran almacén donde todo está al alcance de todos, todo lo que los sabios antiguos pensaron, también los proyectos que pueden cambiar el mundo. Internet es ante todo velocidad. Antes se necesitaba madurar, ir a la escuela, pasar por los cinco años de universidad, una vida entera en continuo proceso de formación (y títulos, suerte y/o padrinazgo para triunfar), hoy todo está al alcance de un clic. El aprendizaje se aburre con los viejos métodos de la lentitud ligada a la oralidad y a la escritura que huele a tinta de imprenta. La curiosidad se mantiene y se acelera si encuentra resultados inmediatos: es significativa la reducción al mínimo de las palabras, la torsión o el estrangulamiento de la sintaxis en la neolengua que utilizan los chavales en sus sms y en sus chats; sin embargo, el sentido permanece y siempre va por delante. Y no se cansan de escribir y escribir. Y, además, junto a la velocidad (que, claro, no todo el mundo ve como un valor), el principio de autoridad parece definitivamente arrumbado: la mayor parte de los conocimientos se transmiten anónimamente, los debates e intercambios en los chats y en los foros son anónimos. Las ideas no valen por el prestigio de quien las transmite, sino por su coherencia y por su falsabilidad, es decir, por si aguantan o no su confrontación con la realidad. Eso hace que el gran cerebro que es Internet esté en ebullición continua, que siempre esté generando ideas y proyectos y que unas y otros sean cada vez más colectivos. Pensemos en la wikipedia, en youtube, en myspace. El propio Google, el mayor éxito después de Microsoft, funciona atendiendo a lo que la gente quiere, su motor clasifica los resultados de acuerdo con las búsquedas. Heráclito ha ganado a Parménides definitivamente la partida. Es comprensible la melancolía que invade a los viejos dinosaurios, el mundo cambia demasiado deprisa y ya no lo pueden controlar.
sábado, 23 de diciembre de 2006
Torre de marfil o inteligencia colectiva
¿Es la inteligencia individual o colectiva?, ¿el pensador en su torre de marfil o el científico en el laboratorio de la Bayern ? Quizá haya dos concepciones de inteligencia, la de las ideas geniales y la de la inteligencia como proceso. Muy a menudo tenemos noticia de que dos investigadores al mismo tiempo en lugares muy alejados han dado con el mismo descubrimiento, ¿es el hallazgo entonces la suma de pequeños eurekas que se conectan entre sí?, ¿dónde queda la bombillita que se encendía encima de la pelambrera de Einstein?
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