sábado, 4 de enero de 2020

4. Neoescolastas



- Allá que vamos, jefe. 

En qué momento perdieron su virginidad estos chicos bien maquillados y vestidos para cada ocasión. Quizá, ni se dieron cuenta de que la perdían. Pero ahí están siempre que se les requiere. No son analistas de la realidad como proclaman, sino creadores sofisticados de realidad, la remodelan como sastres, creando un traje para cuando se les pide. Adecuadores. Sus lectores, cada vez menos, cada vez más oyentes, les leen o les miran con arrobo: ahora sabrán qué decir, como despejar de su mente la ligera bruma que les había confundido. Confeccionan argumentarios ad hoc, entenebrecen a los adversarios hasta hacerlos aparecer diabólicos, desmontan sus razonamientos con vistosas falacias y si no es posible, lanza en ristre ad hominem.
Cada poco aparece sangre nueva, juvenil, con diferentes nombres (Fundación Alternativas, Agenda pública, aquellos con más cultura histórica, estos con la fuerza de lo novedoso, aunque sea inconsistente, y otros bajo apariencia de neutralidad: Politikon, para revestirse de academia, de respeto, de seriedad), pero todos neoescolastas, ofreciendo la frase, la palabra, el giro adecuado al momento, la correcta interpretación. No frecuento el inframundo de las redes, allí donde la zalameria con el jefe y el artículo sofisticado se sustituye por el insulto y el regüeldo, pero es ahí donde se completa la labor. Aquéllos y éstos cumplen su función. Modistos de la compostura o sepultureros, cómo vestir al jefe desnudo, como revertir sus mentiras y engaños en ingeniosas ocurrencias, con adornos vistosos, generosamente subvencionados, arropados por un periódico donde echaron al jefe que les había dado a conocer, bendecidos por el sistema Roures o bajando a remar a las cloacas para ensuciar a quien muestre sus cartas marcadas. Pablo Simón y Elisa Beni, por poner un ejemplo de lo uno y lo otro. Un  batallón de combate.
Artesanos de ideas útiles, ¿brotará en ellos con el tiempo la necesidad de verdad? En alguno sí, otros se acomodarán al artificio o puede que pasen por un periodo de escándalo antes de acomodarse a otra realidad de distinto signo, útiles para otro jefe. Alguno, si llega el momento, mostrará su verdadera cara de agente doble.
¿Y sus oponentes? El misterio de su torpeza, de su inadaptación. Décadas después, no consiguen vestirse de modernos, arrastran su olor a naftalina, encorbatados y trajeados a la antigua, no han perdido el aire de opositores, ajenos a las modas, desconocen las nuevas palabras, los nuevos modos. Aunque los verdaderos oponentes son otros, van por libre, su vocabulario es fresco y su sintaxis ordenada, no conceden, son rigurosos, afirman su individualidad. Cómo van solos o solo se agrupan temporalmente, las jaurías se lanzan a degüello contra ellos: les odian porque no les comprenden, les ofende su libertad, su independencia. Arcadi Espada, Por ejemplo, un verdadero test de comprensión lectora. 

- Ahí te envío un Ovejero

- Ay, no, por favor, envíame uno de Iglesia, uno de curas, que a esos me los como yo.

No hay comentarios: