martes, 20 de septiembre de 2011

El jovial gendarme del pueblo


Existen los acontecimientos históricos, las grandes catástrofes, los nombres que ciñen una época, pero por debajo o al lado, invisibles, olvidados, están los individuos sin los que la Historia no habría existido:
"Mi madre tenía un hermano y una hermana. El primero, mi tío favorito, se casó con una encantadora rubia alemana en Berlín, y se convirtió en un devoto miembro de la Iglesia luterana. Cuando el gobierno de Hitler llegó a ser intolerable se suicidó, ahogándose en el lago próximo a su casita de las afueras.
La hermana se llamaba Rose. Durante la guerra, la vieja tía Rose vivía con su hija y sus dos nietos en un pueblo de Checoslovaquia. Cierto día, en 1944, el jovial gendarme del pueblo, viejo amigo de la familia, les rogó que todos fueran al cuartel de policía para cumplir con una pequeña formalidad. Unas semanas después, la pequeña formalidad se completó en la cámara de gas de Auschwitz, donde murieron mi tía Rose, se setenta y dos años; mi prima Margit, de cuarenta y un años, y sus hijos Katie, de diecisiete, y Georgy, de doce".
(Arthur Koestler, Flecha en el azul).

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