Nos despedimos de esa muestra de refinamiento y barbarie que fueron los qayaríes, como en genereal todas las dinastías iraníes, para ir hacia el norte de los Elburz. Una sucesión de sierras con toda la gama de colores de la tierra arcillosa, sin apenas vegetación. En los amplios arcenes de la autopista los locales, familias con niños, bajan de los coches y extienden sus alfombras para almorzar. Una hilera interminable. No les importa si el lugar es feo, rugoso o sucio y si el tráfico rueda cerca, es la hora y con eso basta.
A medida que nos acercamos al Caspio, cambia el paisaje, bosques, campos de maíz y arroz. Llegando al puerto de Anzali, se adivina el mar interior o gran lago que es el Caspio. Anzali es una de las ciudades más importantes de Irán en términos de turismo y economía. Aquí se procesa el caviar iraní, con enormes hangares de esturiones. Bandar-e Anzali es la ciudad de habla gilaki más grande del mundo (cuatro millones de hablantes) después de Rasht, la capital de la provincia. La ciudad alberga el primer y más grande puerto (es lo que significa la palabra Bandar) de la costa sur del Mar Caspio. Bandar-e Anzali consiste en una isla llamada Mianposhteh y las tierras circundantes y una turística laguna. Contratamos barcas con motor para dar una vuelta por la laguna. Tenemos una hora para estar junto al Caspio, sin llegar a tocar sus aguas. Llegar hasta aquí nos ha llevado toda la mañana. No merecía la pena. El restaurante tampoco esta cerca. Comida popular: arroz con salsas variadas muy ricas. La distancia ahonda el cansancio. El virus del Covid se ha metido en el bus y nos está dejando maltrechos.
En 1919, en este puerto se refugió lo que quedaba del ejército ruso blanco del general Anton Denikin, 18 barcos. Unos mese después, en mayo de 1920, una flotilla soviética lanzó un ataque contra Anzali, capturando la guarnición británica y los dieciocho barcos rusos blancos. Se estableció una República Socialista Persa y el Partido Comunista Persa, pero no duraron mucho.
Por la tarde llega la sensación de la jornada, Masuleh, el largo viaje lo tenía como destino. La arquitectura de Masuleh es única. Los edificios se han construido en la ladera de un monte y están interconectados. Los patios y los techos sirven como áreas peatonales similares a las calles. Las calles pequeñas y estrechas con muchas escaleras simplemente no permitirían la entrada de vehículos. El patio del edificio de arriba es el techo del edificio de abajo. Sos típicos los dulces kuluche, una capa de coco envuelve una pasta de nueces.
Dormimos en Fuman, una ciudad de tránsito que no vamos a ver. Ciudad rodeada de arrozales, y capital durante un siglo (Siglo VII) del zoroastrismo antes de ser conquistada por los árabes islámicos. Fue en el hotel de Fuman donde Amparo me pidió que me hiciera la prueba del covid: positivo.
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