domingo, 23 de enero de 2022

Impredecible complejidad

 



1. Sentir (lo que tenemos delante: comida o veneno), evaluarlo (bueno o malo para mí) y proceder, es decir, actuar en el mundo, es la base de la emoción: decantarse por la comida, evitar el veneno. Hasta una ameba es capaz de hacerlo. ¿Podemos ir un poco más allá de la emoción?

2. Argumentar nos sitúa ante el otro, capaz de pensar/reaccionar como nosotros. Es un gran salto pensar que al otro le mueven algo más que emociones. Dialogar supone buscar el punto c que sintetice mi posición a y la del otro b. Expresar argumentos contradictorios es depurar opciones. Cooperamos y competimos, eso es la evolución.

3. Un argumento fundado en procesos científicos es mejor que un argumento no fundado. La ciencia es un instrumento de supervivencia: en eso no somos diferentes de la ameba. Sentir razonar experimentar, saltos cualitativos para hacer lo que más conviene a nuestra supervivencia. Solo el mundo inanimado no aprovecha las oportunidades o las aprovecha de otro modo.

4. Asistimos a la emergencia de un mundo de creciente diversidad. La vida desde el principio fue complejidad. Sentir no es suficiente. Internet y sus interfaces móviles son una oportunidad para captar la complejidad (la información de la que se obtiene conocimiento crece de forma exponencial) y actuar en consecuencia. Podemos caer en el pozo -ser esclavos de la tecnología; siempre estuvo esa posibilidad- pero también ascender a las nubes -alcanzar la divinidad (más allá del nivel atómico, por encima de las leyes físicas). Lo que nos espera es impredecible: desgraciadamente no estaremos aquí para verlo.


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